09 CAMILA CHARRY NORIEGA | AJKÖ KI No 1

09 CAMILA CHARRY NORIEGA | AJKÖ KI No 1

 
 
Objetos oscuros
 
Todo lo que ha sido es eterno;
el mar lo devuelve a la orilla.
 Nietzsche
 
La naturaleza de algunos objetos
templados por la urgencia de los ojos que los mira
es a veces solo barro conmovido
que se cuece en su limpia eternidad.
 
Permanece su sustancia como un pozo;
en esos objetos crueles se funda la belleza
y quien los canta
desdeña la posibilidad de que sean de otra parte,
de otro mundo.
 
Solo acá,
consagrados a la vida humana se agotan y resucitan;
entre ilusiones se debaten 
y son
en medio de este mar
la tabla de salvación.
 
Nos conmueve su corazón real
y así fundan esta casa,
la hacen eterna.
 
Idénticos a sí mismos 
el espíritu ante su fuerza se quiebra;
nos contienen
y son capaces de hollar la más firme voluntad;
atentos a nuestros movimientos
son pequeños núcleos
que en el cine sustentan la vida de la obra
y en la vida
emergen desde un fondo indistinto
para obligarnos a amar un nombre
a olvidar nuestra voz
bajo el cielo despoblado de dioses;
son testigos
de esta corta ruta
encendida por ellos y en su gracia.
 
La música como una gota oscura
que beberemos;
el seco papel
y el lápiz y la punta agotada;
la silla después del viaje
y el perro que a la sombra de la cama
escucha nuestros pasos y sacude la cola
como sacudiendo el ensueño.
 
Materia, toda esta materia amada
en la que lo más hondo se revela. 
 

 
Pequeña ficción sobre un poema de Machado
 
Caín fugitivo
corre por el poema de Machado;
resiste un trozo de mandíbula
que ocultó en el zapato
por si acaso,
por si debe restablecer de nuevo el orden.
 
Las mujeres se apartan a su paso
                                        sus vestidos se elevan 
Caín es un ventarrón que de reojo
             repasa sus piernas 
y guarda esa imagen en algún espacio de su cuerpo
            por si no cesa
esta cacería metafísica.
 
Calla el poeta: sabe que Caín desconfía de Dios
sabe que Dios persigue en el poema a Caín
sabe que el verbo es artificio y vana gloria,
que todo lo que ocurre en el poema se queda en el poema,
que las palabras sacuden todos los ríos
y la mirada que Caín le entrega generoso
a unas piernas de mujer
y también la iglesia a donde el poeta no entra
porque Cristo continúa ensangrentado
pues la gente de su pueblo ama la sangre
          y el silencio triste de su propia carne.
 
Bajo los matorrales Abel se pudre
y Dios renuncia
               sílaba a sílaba
a lavar su cuerpo
y deja correr sobre él
       toda la fermentación de la que es digno.
 
Machado vuelve sus ojos una y otra vez
hacia las esquinas del poema.
 
Caín respira en un rincón,
fugitivo
ha dejado el otro zapato en la escena del crimen
               y casi es mediodía.
 

 
Cosas sencillas
 
Hay que olvidar algunas cosas espantosas:
el susurro del mea culpa entre las catedrales,
el día que murió mi perro
y la hierba, en su ausencia,
continúo su giro fantasmal.    
 
Otras cosas se guardan con coraje,
son sed olvidada que ahoga y salva
pero basta un aullido
un llamado a la intemperie
para que rebose el cuerpo;
saben que su cruel distancia
las hace venerables y deliciosas.
 
Se guardan casi siempre porque se parecen al amor
y se recogen con cuidado
pues se las sabe siempre ardiendo.
 

 
Revelación
A Juan Guillermo Sánchez y Camilo Várgas
 
Éramos tres y la calle,
pronunciábamos entre el vino
aquello que nos hace humanos:
el amor, la muerte, el tiempo.
 
De esquina a esquina
como si ese breve espacio fuera el mundo
y la ebriedad un útero oscuro,
nos mirábamos incrédulos
advirtiendo en el otro
la revelación de esa voluntad voraz,
fortuita
que lo mueve todo.
 
Se intuye el mundo en lo hondo que se esfuma
desde lo que tiembla vertiginoso en la palabra
lenta e incapaz de acercarse a esa vorágine.
 
Las calles del ebrio
en perpetua fuga
se caminan hacia el fondo y calladas.
 
Cuando sobrevienen la vigilia
la resaca, el hartazgo,
probamos otra vez
encajar como una vértebra
en el esqueleto del mundo.
 

 
Fuego de los días
 
De espera en espera consumimos nuestra vida.
Epicuro
 
Por acá todo es casi fuego a diario,
el perro olfatea en la cocina
las cenizas de la luz;
eso es la desaparición
la ausencia de la lengua sobre el pan,
los ojos que desean lo que se hunde
en el misterio del mundo.
 
Yo no sé si es bueno nombrar,
yo no sé,
pero a veces
cuando amenaza el fuego lo más elemental,
uno se pregunta si de esa manera debe ser todo.
 
En la cocina
la tetera canta exasperada
y el olor a hierro quemado es el único vestigio
de un agua seca y reseca,
inexistente 
entre el fondo negro de la olla.
 
Otro día es un cigarro que encuentra entre silbidos
el blanco corazón de la colilla que se ahoga,
allí el fuego es pasado,
certeza limpia.
Así también pasa con el cuerpo
y uno sigue preguntándose
qué lo quemará:
una enfermedad en los pulmones,
un carcinoma,
un balazo, una traición.
 
Quién sabe qué extraño fuego
acabe esta espera.
 

CURADURÍA: SEAN SALAS (COSTA RICA)

Camila Charry Noriega (Bogotá). Poeta y editora. Profesional en Estudios literarios y Maestra en Estética e Historia del arte. Ha publicado los libros Detrás de la bruma; El día de hoy; Otros ojos; El sol y la carne; Arde Babel; este último re-editado en Guatemala y México en el 2018 y 2019 respectivamente, y el libro Materia iluminada, poesía escogida, en edición bilingüe, español-francés en el 2019. Es co-editora del fanzine La trenza que aborda la poesía y el ensayo escritos por mujeres en Colombia y Asistente editorial de la Biblioteca de Escritoras Colombianas en el Ministerio de Cultura y la Corporación Élite. Es profesora poesía latinoamericana y de escritura creativa.