CARMEN PALOMO PINEL | REVISTA AJKÖ KI No 3

CARMEN PALOMO PINEL | REVISTA AJKÖ KI No 3

 

 

No nos era debido este sol entornado de la tarde

ni estas manos, que pudieron ser nada y son caricia.

 

No nos era debida la equidad

ni los demás conceptos nobilísimos

que pululan

brujuleándonos la sangre, azulándonos el sueño.

 

Completo estaba el mundo sin tus ojos

y completa

estaba la nada sin el mundo.

Perfecta y purísima, incontestable nada

era.

 

No nos era tampoco debido

este empeño de querernos, esta luz de querernos

con el astral deseo conjugado,

con la inclinación caducifolia de los sauces.

 

No nos eran debidos los sauces

ni la idea misma de inclinación

ni tampoco la asociación de los unos y la otra

(si bien tampoco su ausencia era debida).

 

Cierra los ojos imagina tu cuerpo sin tus ojos,

tu cuerpo sin mi cuerpo,

mi cuerpo sin la invención de la promesa.

Porque no nos éramos debidos.

 

Imagina perros y asnos y flautas sin fábula,

la fábula sin la amenaza de un desbordamiento.

Lo real sin la ficción, la ficción sin el perfume

de un futuro cerniéndose

(aleteaba un fervor sobre las aguas).

 

Imagínate sin la capacidad de imaginar.

Porque los fósiles de braquiosaurio y las civilizaciones perdidas

y el teorema de Gödel

y la extracción de la piedra de la locura

no nos eran debidos.

 

Y todo lo que nos da hambre y nos la quita no nos era debido.

 

Y el misterio. El misterio no nos era debido:

ave que muy barroca semitrina

sobre una rama a punto de romperse.

 

Herz und Mund und Tat und Leben no nos era debida en absoluto.

Ni el Moldava. Ni la sonrisa aquella

que todo lo ha enjuagado.

 

Pero todo esto es. Está.

De ahí la poesía.

(En: En tu espalda el desierto, 2023).

 


 

DICCIONARIO

 

Podrás leer este mundo

cuando hagas experiencia de tu fragilidad.

 

Cuando muera Patroclo, tu talón.

 

Cuando avances con tu hijo deforme hacia el rabino

y le grites milenios de tierra removida.

 

Cuando alondra le esperes, señora Bovary,

ave y dispuesta ya para la fuga,

y son las diez y no, las once y no, y son las doce

y nunca.

 

Mano tomada, mano soltada, enfermo de la noche:

no puedes, tú no puedes retenerle,

inútil comepiedras.

 

Cuando Judas te bese y se te agolpe en llanto

todo el amor del mundo.

 

Ningún diccionario antes será posible.

Ninguna gramática te hará legible el día.

No hasta entonces.

No hasta el toque alumbrado del dolor.

 

Tú, mientras tanto, aguarda,

enciende soles,

acicala tu piel y, cuando llegue,

no rechaces la herida.

(En: En tu espalda el desierto, 2023).

 


 

CANTIGA DE AMIGO

 

Y por qué no apareces.

Y por qué no apareces ahora que tengo la lengua pegada a los pulmones,

ahora que devoro con fruición gramos de hambre

y me ruedan los ojos

ventana abajo

hasta los adoquines.

Y por qué no te vistes de esta tarde fantástica

de luz atenuada

y apareces.

Que tengo un ruiseñor de incertidumbre piándome los dedos.

Que tengo melaza en las pestañas y rabeles en la boca del estómago.

Que se me clavan las puntas de la estrella adentro y se me desnorta la brújula uterina.

Que vuelvo a tener miedo de la muerte.

Que vuelvo a tener miedo de la muerte.

Que de alacrán y ausencia vuelvo a bailar con el hueco que acoge todo hueco.

Dónde estás, meu amigo, dónde estás,

meu amigo salvaje y lleno de desprendimientos,

meu amigo tan lleno de vidrieras góticas tan lleno de salmos voladores

tan de presencia pura.

Meu, meu amigo.

Y dónde te has guardado tu caricia de arcángel, tu devastación de pan de oro.

Y por qué no apareces

si tú no eres pábilo vacilante

si tú no eres

una de las argucias de la noche.

Que eres de sol, amigo, que eres de hiedra polifónica,

que eres suave y planeta, que eres muérdago.

Ay, meu amigo, ay estas manos con hijos del subsuelo, ay este albor de Iseo

la de las manos blancas.

Ay, ay, meu amigo, esta pobreza.

Ay, meu amigo, este animal de verte. Esta rosa de verte. Esta palpitación.

Y por qué no apareces, meu amigo.

(En: En tu espalda el desierto, 2023).

 


 

Querría estrangular este poema,

matar estas palabras

porque a veces no expresan,

solo ensucian

o entierran

como limo que priva del tesoro.

No hay odio suficiente, de tanto que merecen.

Mira qué inconsecuencia,

mira qué detestable necedad:

pretender envolverte mi amor en este fósil

que llamamos lenguaje

cuando decir lenguaje es triar un ataúd para lo vivo.

Yo querría

que quedara tan solo

lo puro del corazón.

Que él te descubrieras

tan lejano de todas mis palabras,

tan superior a todas.

Que en su fondo no hubiera rastro de ellas

ni de mí.

Pero este poema es también parte

de aquella paradoja de lo humano

que se busca a sí misma

en un deseo

virado a lo imposible.

Por eso aún pretende, temerario,

que sepas que te quiero.

A pesar de ese abismo que separa

el anhelo infinito

de sus menguantes logros,

a pesar de que este poema huele a agua estancada,

a víscera pudriéndose,

a carne en descomposición,

yo te suplico un salto

al vacío:

cree en este amor que en él tienta decirse.

Como todo lo sacro, también la palabra

pide un acto de fe.

(En: En tu espalda el desierto, 2023).

 


 

El poema está ya escrito

porque todas las palabras están en el mundo

 

Hay al pie de los ojos un prado guarnecido de palabras

Están las palabras de la disección

las de la afinación perfecta

Están las palabras del canto de la noche

rodada                             Incluso están

tan tuyas

tus palabras

 

Tan solo hay que ahuyentar las que no sirven

llenar el cuentagotas

depositar el líquido esperando el contraste

 

Palabras ligeramente radioactivas

 

Ir apagando en silencio las demás

colocar las cortinas

                                  ajustar bien la tapa

reducir el lenguaje a su esqueleto

 

Todos los poemas del mundo están escritos ya

esperando

que algún incauto barra la hojarasca

 

Nos rodean como un enjambre peligroso

 

Aún no podemos verlos

(En: En tu espalda el desierto, 2023).

 


 

Carmen Palomo Pinel (Madrid, 1980): es doctora con Premio Extraordinario en Derecho Romano, materia de la que es profesora en la universidad CEU San Pablo de Madrid. Compagina su labor investigadora y docente con la escritura poética. Ha publicado los libros Glosas al fuego (Hebel, 2016, edición bilingüe español-italiano, I Premio Internacional de Poesía «Francisco de Aldana»); Las costuras del hambre (Esdrújula Ediciones, 2019, II premio Esdrújula); Un silencio habitado (Diputación de Salamanca, 2021, accésit del VIII Premio Internacional de «Poesía Pilar Fernández Labrador»), DIDO (Universidad Popular José Hierro, 2021, XXXII Premio Nacional de poesía José Hierro), Madre de cenizas (Gravitaciones, 2022, I Premio de poesía «Gravitaciones») y En tu espalda el desierto (Diputación de Soria, 2023, XLI Premio Leonor de Poesía). Además de estos, su poesía ha obtenido otros premios y reconocimientos: premio de poesía «Miguel Hernández» (1998), premio Ángel Herrera (2001) y premio de poesía Universidad San Pablo CEU (2002 y 2003). Ha sido también finalista de los premios «Gerardo Diego» (2015) y «Antonio Salvado» (2021), y ha obtenido el accésit del premio «Gastón Baquero» (2021). En 2023 ha resultado finalista en los premios Jaén, Premio Internacional de Poesía de Fuente Vaqueros y Fundación Loewe de poesía. Muestras de su obra aparecen recogidas en diversas revistas y antologías.

 

CURADURÍA: Yordan Arroyo (Costa Rica).