SIEMPRE LA PUERTA
Estoy aquí dentro.
La puerta está cerrada
y no puedo salir.
No hay una llave,
No hay un agujero.
Me aprieto contra la pared.
Intento derribar algún muro,
Pero yo soy una prisionera.
Esa fue mi condición desde que nací.
Prisionera, me digo.
Siempre de una cárcel a otra.
Sin redención alguna.
Podría pensar que se trata de un tema de conciencia.
Pero no.
Viene de atrás,
De muchas vidas anteriores.
Yo pregunto por qué la puerta
siempre está cerrada.
Pregunto por mi libertad,
por mis zapatos negros,
por el suéter ajustado,
por los días que he descontado
en cautiverio.
Pienso en la redención.
Las cartas del tarot
me lo han dicho:
una torre cae y es el número dieciséis
Que vuela, cae y destruye.
Yo: la prisionera.
Yo: la colgada de los pies.
Yo: la sacrificada.
La habitación está cerrada
con cuatro candados.
Ninguna llave abrirá la puerta
hasta el final de mi tiempo.
Si tú encuentras la llave,
lánzala debajo de la puerta,
ábreme
y cántame despacio una canción de cuna.
Puede ser Madame Butterfly.
Si te queda tiempo,
si me escuchas,
si no muero en cautiverio,
ven, derriba uno de los muros
y libérame.
(Inédito).
PRIMERA PUERTA
Ahí la puerta, la primera,
jaspe y tinta oscura.
Nunca supe a dónde iba.
Me preguntaba entonces si se abría
hacía un pasillo,
un zaguán de flores,
si era el fin o el principio.
Creo que la vida se me fue mirando esa puerta.
Después supe que era la vida misma.
Siempre una puerta con un cerrojo,
pero como la puerta hablaba
no tuve miedo de guarecerme detrás de su estructura.
Era simplemente mi puerta.
A veces llameante,
algunas veces sonora
como un dejo de violín.
Mi madre era esta primera puerta
y un día emergí
sin demasiadas esperanzas.
Sabía el sino,
la pisada fuerte,
la angostura,
la huella.
¿Quién iba a ser yo detrás de la puerta?
¿Cuántas otras puertas debían ser transpuestas?
Todavía lo ignoro.
Todavía no he abierto la última clausura.
(Inédito).
¿DE QUÉ ESTÁN HECHOS LOS DÍAS?
¿De qué están hechos los días?
¿De qué están hechas las noches?
Escucho el gorjeo de un pájaro cerca de las nubes.
Presiento el tiempo que vendrá
que como una madeja se irá deshilvanando.
Yo busco la tesitura de los días,
el afán del atardecer
con sus nubes naranja.
Evoco la noche con su luna gris,
plateada sombra que me invita.
Transcurren los días,
yo voy de una estación a otra
cambio de trajes,
busco sombras adormecidas entre las hojas,
miro el atardecer para volcarme en las nubes lejanas
cerca del mar,
cerca de la montaña.
La noche me conduce al sueño,
reparo en las heridas de mi época de guerra.
Quedan las cicatrices de un tiempo ido y presente en la piel.
Busco los años pretéritos,
La catástrofe,
El tiempo de la ira
y del inhóspito amor.
Me quedan los días,
la sombra de un temblor de piel.
Me quedan las noches,
un desierto andar,
un despertar que a veces llega.
Busco los días,
espero afanosa la mañana
y el gran sol.
Pronto será de noche.
Tal vez despierte al amanecer
como siempre.
(Inédito).
EL OJO DE LA AGUJA (VII)
Al amor llegué con un grito de seda
y puse las dos mejillas,
el cuerpo y la conciencia.
Nada quedó de mí,
ni siquiera una carta,
ni siquiera un espejo en donde reconocerme.
Mas aprendí a pasar
por el ojo de la aguja,
es decir a perdonar sinceramente.
A dejar la piel en el alambre,
a dolerme desde los pies
a la cabeza.
Lo perdí todo.
Y cuando entendí que no sabía defenderme de la gente,
respondí con una bofetada de ternura,
porque yo sé
que sólo los dulces heredarán la tierra.
(En: Los reductos del sol, 1985).
UNA MUJER PREGUNTA
¿Qué rumor es ese? ¿Qué aroma invisible llega
hasta mí? ¿Viene de un dios, de un hombre, de un
semidiós quizás?
Esquilo, Prometeo encadenado
¿Quién es esa mujer que pende hacia el vacío con un pie atado? ¿Quién a la manera de un péndulo, se tiende hacia abajo, hasta el confín? ¿Por qué está atada de un solo pie? ¿La mujer está con vida o ya murió? ¿Descorrió el velo? ¿Qué abismo la espera? ¿El abismo está arriba o abajo? ¿Quién ató su pie? ¿Se ató a sí misma? ¿Hacia dónde dirige sus miradas una mujer perpleja? ¿Está desnuda? ¿Es que acaso no conoció la vida? ¿Espera la muerte? ¿Qué pasaría si el cordel se quebranta? La mujer ahí tendida, ¿se formula preguntas? ¿Pudo ver la esfera primera que la albergó? ¿Es que acaso alcanzó la suprema lucidez? ¿Mira las estrellas fijas? ¿Busca los lejanos arquetipos? ¿La rodea el aura? ¿Nació de vientre materno? ¿Quién removerá las ligaduras que la encadenan? ¿Ha transcurrido su vida en ese trance? ¿Por qué tiene en sus manos la carta número XII? ¿Cree ella en la libertad? ¿Pender hacia el abismo es parte de la condición humana? ¿El sacrificio es “parte de un ritual? ¿Está poseída por un dios? ¿Dónde se encontraba antes de nacer? ¿Es que algún día correrá hacia la vida como un potro indomable?
Ahora su cuerpo gira hacia la izquierda. El péndulo niega y también afirma. Ahora está quieto, no responde consulta alguna. Una presencia incorpórea profiere palabras incoherentes y va nominando los espacios: tierra, soplo, tránsito, fuego, albur, palabras y más palabras.
Yo soy esa mujer y no tengo respuestas, tan solo sé percibir el instante, el instante sagrado, ahí donde el tiempo se sustenta. En esa inmediatez se debaten los instintos, la piel se encumbra, la sangre fluye y aparece una mujer que va hundiéndose, naciéndose...
(En: La deslumbrada, 2013).
Mía Gallegos (San José, Costa Rica, 1953): es escritora, periodista, ha publicado libros de poesía, de cuentos y de ensayos. Sus libros de poesía: Golpe de Albas. Los Reductos del Sol, Los Días y los Sueños, El Claustro Elegido, El Umbral de las Horas. Cuentos y prosas poéticas: La Deslumbrada. Ensayo: Tras la huella de Eunice Odio. En el año 2020 se publicó una Antología de su poesía en la Editorial de la Universidad Estatal a Distancia. La Editorial Nueva York Poetry Press, conjuntamente con la Editorial Estucurú, acaban de publicar su poemario Es polvo, es sombra, es nada. Sus poemas figuran en antologías latinoamericanas y de España. En 1985 participó en el Programa de Escritores en la ciudad de Iowa en los Estados Unidos. Ha recibido en tres ocasiones el Premio Aquileo J. Echeverría en la rama de poesía. Pertenece a la Academia Costarricense de la Lengua.
CURADURÍA: Sean Salas y Yordan Arroyo (Costa Rica).