MÚSICA PARA LAS FIERAS (POEMA EN QUINCE CANTOS)
–FRAGMENTOS-
Dichoso es el destino de la vestal sin culpas
Olvidada por el mundo del que ella se olvidó
Eterno resplandor de una mente sin recuerdos
Cada ruego ya cumplido, cada deseo ya perdido.
Alexander Pope: Para Abelardo de Eloisa
I
De estas épocas apenas reveladas
se dirá que no había acuerdo entre nosotros, los insomnes.
Que cada quien vivía el pronóstico del día sobre la víspera;
que pasábamos de la noche al cuerpo, sin ser vistos;
que nos ganaba la costumbre de esperar la lejanía
y que flotábamos como objetos no asidos a la tierra
con el eterno resplandor de una mente sin recuerdos.
Se creerá que simulábamos fantásticas criaturas
navegando por imágenes de estuarios y ballenas.
Que propiciábamos demonios
que nos hacían perder el sueño
dando ascenso a las tertulias vagabundas de la aurora.
Y que no obstante despertábamos, de pie e hipnotizados
sin que nadie nos diera palmaditas en la frente;
recortando calendarios, papeles y fotografías
para poder saciar la sed que daba de beber
a nuestras lágrimas.
II
Pensarán que inventábamos países de juguetería
calcando en relieve mapas de territorios prohibidos.
Que redondeábamos los riscos de coral, los farallones
con crípticas arboladuras, por imposibles dominios.
Y se nos hará lucir las galas de los amantes vencidos
acusados de una suerte de incoherencia delictiva:
de hacernos guiños falsos en la paradoja del olvido
atrapando las caricias subitáneas del desvelo
que se caen de su estatura
y no se quiebran.
Y se hablará
de encantamientos: que hubo pacto, maleficio.
Que traíamos ya indispuestas las líneas de las manos
y una cartilla de deudas en expansión perpetua.
Que nos habíamos hecho prófugos
de nuestras pobres narrativas
fermentando como espuma la fatiga de los vientos.
Y que atrapados como estábamos
entre el río y su turbulencia
discurríamos hacia arriba, alrededor, sin punto fijo:
(como esas necias crónicas viajeras del paisaje
que se acercan por detrás huyendo de los riesgos).
(En: Música para las fieras, 2017).
CUANDO VENGA COLÓN A DESCUBRIRNOS
Ayer será lo que ha sido hoy mañana
Günter Grass
Hoy
me siento a caminar
el fin de siglo
todo lleno de invasiones
encuentros
y quintos centenarios
—y de golpe me pregunto:
¿Vendrá en verdad
Colón a descubrirnos?
¿O serán los vikingos
quienes primero lleguen?
¿O quizás
nos enviarán los irlandeses
(los Tuatha de Danaan)
al santo Borondón
y al mismo Ossián
desde sus islas Shetland?
(¿Y la hechicera Fand
les acompañará en el viaje?)
¿O serán los nestorianos
cristianos sectaristas
quienes lleguen primero
con el Preste Juan?
¿O qué tal si nos descubren
los fenicios o los chinos
o las diez tribus
perdidas de Israel?
¿O habrán de ser (a lo mejor)
los caballeros del Temple
quienes saldrán de Normandía
a buscar aquí el perdido Grial?
Todo tiempo es ahora. Cualquier lugar es éste.
O como ha dicho en un poema Borges:
“El presente está solo.
La memoria erige el tiempo.
Sucesión y engaño es la rutina del reloj.
Lo cierto es que Filolao
y los Pitagóricos cosmógrafos
creían en la existencia
de una “contra tierra”.
Y yo me digo:
¿Estaremos aquí viviendo en ella?
¿Será esta última isla
como dice Heródoto
el país allende
las columnas de Heracles
el hogar de la tétrica región
de las cosas que ya no son?
¿O seremos, acaso,
la Atlántida fabulosa
de la que hablaba Platón
y nos hundiremos
en el cataclismo
antes
de que nos descubran?
En los Vedas está dicho
que esto aquí es el Pâtâla:
las antípodas de Lanka.
Cuentan los Purânas
que queda allí Pushkara,
y que en su ombligo
está el Meru,
la mansión
montaña/abismo
de los Inmortales.
¿Habrá entonces
de venir a estos submundos
Arjuna
príncipe del Mahâbarata
y no por aire ni por mar
sino las entrañas
atravesando la esfera bajo tierra
por los caminos serpentinos
de las nagas y los devas?
Y cuando llegue aquí
el sublime interlocutor de Krishna
¿casará —como está escrito—
con la hermosísima Ulupi
doncella
hija del Nargal los Olmecas?
Hoy
me siento a caminar
el fin de siglo
y me imagino
que no viene Colón
a descubrirnos…
¿qué dirá de sí mismo
el esotérico almirante
y qué habrá de la famosa
profecía de Medea?
Si Colón
no viene
a descubrirnos…
¿qué será de la cristiana España?
¿qué harán los celtibéricos reinos
de sus majestades católicas?
¿adónde irán los navegantes
de Isabel y de Fernando
cuando se embarquen
en sus carabelas?
¿Descubrirán tal vez Australia?
¿Cristianizarán toda la China
y el Celeste Imperio?
¿Rescatarán por fin la Tierra Santa?
Y aquí, entre nosotros:
¿qué será si no viene Colón
a descubrirnos?
Aquí
entre nosotros
arde el agua seca
y humea el espejo rojo
del Tezcatlipoca.
Aquí entre nosotros
vive Amaru
la eterna serpiente
del movimiento inmóvil,
y como tiene dos cabezas
nadie sabe en realidad
si viene o va.
Cuando venga Colón a descubrirnos
(si es que no llegan antes los vikingos)
y descubramos entonces
que el almirante y sus cristianos..
¡han llegado a Catay!
Yo volveré
a sentarme
a caminar el fin de siglo…
todo lleno de invasiones
encuentros
y quintos centenarios.
(En: Entonces, ahora y luego, 1992).
GÉNESIS DE ABYA YALA
El nombre de América, aplicado a nuestro
continente es reciente… En el idioma de la nación Dule,
se le conoce y se le seguirá conociendo por su
verdadero nombre: Abya Yala.
Arysteides Turpana
Madre y padre piedra: continente.
Hermano del silencio, hijo del río.
Compañero de sombra, escucha:
en el principio era el mar
oye lo que te digo.
Entonces fue la noche y vino el verbo
y hablaron en sus sueños las palabras:
¡Sea esta tierra dulce
como la piel de caña!
Y fue Abya Yala la de la vulva de agua
y volcanes como pechos
(primer día).
Creció Abya Yala inmensa
desde su árbol florido.
El sol volcó su espuma
y engendró entre sus playas
muchedumbres de orquídeas.
Y fue su concha viva/viva fuente
ombligo primigenio
y hubo luna menguante
(día segundo).
Y dijo el Huracán:
¡Reviente el firmamento
y haya tormenta
y caiga el aguacero
y hierva el continente
de lagartos
de iguanas
y de grillos
y sean sus bestias
tantas como estrellas!
Y así fue.
Cayó la lluvia a flechas
sobre las sementeras
y zumbaron en las miasmas
las libélulas
las ranas
los zancudos.
Y hubo
en los cardinales trópicos y nieves
y desiertos y pampas y arco iris
(día tercero).
¡Hágase el jaguar
—dijo la luz—
y se hicieron las selvas.
¡Sea el relámpago
la lengua de los valles!
y surgió la anaconda como un río.
¡Vuele hacia
el amanecer el cóndor
y sean sus alas nubes!
Y alzáronse los Andes
hasta el cielo.
¡Vénganos un dios!
—gritó la sangre—
y fue el pájaro quetzal
libre y altivo.
Y hubo en los altiplanos
pedernal de fuego nuevo
y serpientes emplumadas
(cuarto día).
El Corazón de la Montaña
habló sobre las serranías:
¡Que sea el maíz
el polvo de mi carne
que broten de su espiga
los murmullos
y de sus granos
el hueso y la simiente!
Y conmoviéronse los péndulos
en sus callosidades
y salieron los pellejos de las grietas
y hubo en sus alfabetos
sangre coagulada
y fueron sus cenizas
macho y hembra.
(quinto día).
Ciñéronse sus lomos
los hijos del follaje.
Milenios de cal y canto
guardaron sus madreperlas
y del hueco de las sombras
hicieron sus paisajes.
¡No prevalecerá
otro nombre en mi conciencia
ni quedará en tus huellas
piedra sobre piedra!
Dijeron
en sus ruinas,
las tinieblas.
Y fue Abya Yala
territorio enigma.
Término de Oriente
y de Occidente.
Y quedaron sus arcanos
sellados para siempre
(sexto día).
(En: Entonces, ahora y luego, 1992).
EL TRUENO PROMETIDO
Este enorme continente
es un jaguar dormido.
Un felino
agazapado y ubicuo
que aguarda en cada pie de tierra
su momento.
Su mandíbula está tensa:
tiembla embozalada
como lengüeta mordaz
en sus estigmas.
Y sus garras se hunden
en las profundidades
carnales del instinto.
Y su espléndida pelambre
manchada de simiente
y sangre cruda
respira
desencadenando soles
de aserrín y de pólvora.
Y su pupila
veteada de huracanes
brilla
y es con cada mirada
toda selva
toda río
toda montaña
toda pampa
páramo y desierto.
Es el ojo espectral
del sueño de la fiera viva.
Es el el colmillo
inexorable del relámpago
(el trueno
prometido).
Es la zarpa acérrima y auténtica
(el fuego de los sacrificios).
La furia inmarcesible
de los inmortales
(la sombra del tiempo conjurado).
Y es el vientre épico/telúrico
de la hermosa bestia antigua:
procaz, indómita y bravía.
(En: Entonces, ahora y luego, 1992).
PABELLÓN DE LA ROSA
A rose is a rose is a rose is a rose…
Gertrude Stein
Detrás de todo resplandor está la rosa.
En una sombra fugaz, también lo está.
Moviéndose silenciosa, en la nostalgia, está la rosa,
y está en el fondo del mar y en las promesas.
Hay una rosa invisible dando la vuelta al viento
y una rosa atrevida por cada robo de un beso.
Hay una rosa desnuda, en la noche, bailando
y una nube de rosas cuando cae el aguacero.
Rosas hay que son santuarios de sombras peregrinas.
Rosas hay que abren sus párpados en lo infinito de un sueño.
Rosas ha de haber eternas bajo un balcón que espera
y no han de faltar rosas a aquellos que nos dejan.
Una rosa es ya cristal si la traen los recuerdos
pero es rosa primordial si se la pinta al lienzo.
Y es que el arte, en su mensura, es una fuerza de rosas
y no hay rosa imposible cuando se escribe un poema.
Hay rosas impasibles, tutelares, lisonjeras
(O rosas abismales, como esa de la guerra).
Hay rosas que son números, y rosas que son letras
porque la rosa es la rosa… es la rosa… es la rosa.
(En: Entrada abierta a la mansión cerrada, 2006).
Giovanna Benedetti: panameña. Doctora en Derecho y en Ciencias Políticas. Poeta, cuentista, dramaturga y ensayista, ha ganado en seis ocasiones el Premio Nacional de Literatura “Ricardo Miró” de Panamá –el más importante de su país–, el Premio Internacional de Periodismo José Martí de Cuba, el premio Mihai Eminescu de Rumanía y el Premio Latinoamericano de Ensayo Histórico de la Universidad Simón Bolívar de Barranquilla, Colombia. Es miembro de la Academia Panameña de la Lengua y fue directora general del Archivo Nacional de Panamá. Trabajó, por muchos años, como experta internacional en Derecho de Autor para la UNESCO, y como consultora del Centro Regional para el Fomento del Libro de América Latina y el Caribe (CERLALC), Colombia. Su obra ha sido traducida parcial o totalmente a once idiomas. Es también pintora, escultora y ceramista, y vive desde hace más de una década en San Lorenzo de El Escorial, Madrid, España.
CURADURÍA: Sean Salas (Costa Rica).