LUCÍA ESTRADA  | REVISTA AJKÖ KI No 3

LUCÍA ESTRADA | REVISTA AJKÖ KI No 3

 

 

DEL LABERINTO DE ARIADNA I

Toma este delgado hilo de sombra y envuélvelo en torno a ti. Ténsalo hasta el límite. Comprueba su resistencia. El roce oscuro pronto ganará la carne, el hueso, la médula feroz de tu memoria.

Insiste en el corte que aguzará tu oído, tu lengua. Insiste hasta que seas de la herida su cerco de palabras afiladas.

De un extremo a otro de la sangre, allí donde la luna marchita alimenta a sus perros, extiende su línea sedienta. Pero no lo rompas. No rompas la noche ni la palabra espejo. No rompas lo que has escuchado ni la voluntad de seguir en pie sobre el hielo que cruje, bajo el ardor de tantas lámparas contradictorias.

Toma entre los dedos este delgado instante; púlsalo como a la sola cuerda del piano en la torre de Tübingen.

Esta es la última posibilidad de aferrarte. Ténsalo en torno a ti. No lo pierdas.

(En: Katábasis, 2018).

 


 

MAR DE BARENTS

Hemos llegado a este punto. El menos posible, pero también el más cierto. Una montaña que escalamos en sentido contrario, pacientemente, desde nuestros mejores días. Nos esforzamos en ello, sin norte, como si alguien más guiara nuestro destino. Una mano perversa y obstinada, al fin. Ahora lo vemos. Se advierte su trazo impecable en esta página sin margen, en este sordo descenso que aprieta la garganta y obstruye la luz. Pero aún queda algo de nosotros. Un poco de aire reservado, una imagen, una palabra dura como piedra. Una palabra que atraviese el metal o sirva como ancla. Una palabra que encierre todo, que lo libere todo.

De algo estaremos a salvo. Aquí adentro nada que no esté desde antes con nosotros puede herirnos. Todo riesgo evita molestias menores. No hay intemperie. Ni siquiera un cielo cerrado. Las voces ahogadas de la memoria ya nada recuerdan. Un amargo sabor de musgo donde antes hubo lenguaje. Sensaciones como abismos. Un silencio que nadie comprende. Un silencio que no es ausencia de otros. Un golpe seco que ofusca el oído. Una sílaba ciega. Escribo en la oscuridad

(En: Katábasis, 2018).

 


 

DE LUNA Y TENEBRARIO

“Tú duermes. Y tu aureola se enciende como nunca y me incluye como si yo también tuviese aureola”.

Marosa Di Giorgio

 

A mi madre

Toda la noche lidiamos con las aguas. Yo sostenía de este lado las paredes y los techos, tú preservabas el oro de los tigres. Ningún abismo se interponía entre nosotras, envueltas como estábamos en la misma crisálida de invierno. Pero tú parecías más fuerte. Al tiempo en que restablecías el rostro deshecho de tus hijos, tejías gasas y delicados mantos de seda que cubrían todo el paisaje. Más allá del sueño, más allá de mi propio y estrecho laberinto. Al menor soplo del viento, oficiabas pequeñas ceremonias para alejar la tormenta. Yo te miraba desde mi estatua de sal, incapaz de mover los labios, devorada por la sombra desde el vientre hasta los ojos, enferma, como el destino que no acaba de cumplirse. Atenta a los designios de un dios tan solitario como las aguas que empiezan a retirarse, conjuras una vez más el árbol que se extiende desde tu corazón hasta mi boca y aguarda otro día, otra noche en el jardín ¿Acaso las viejas canciones de cuna conducían a este momento? ¿Acaso eran fórmulas para acercar la vida, envueltas en la misma crisálida, tú y yo, absortas en lo que vendría después, como dos hermanas unidas tibiamente por el silencio?

(En: Katábasis, 2018).

 


 

***

 

¿Sabes cuánto ha resistido la piedra? ¿Cuánto el desierto?

¿Y la profundidad del agua? ¿Cuánto?  ¿Y sabes tú

qué silencio rodó bajo los párpados, qué palabra cristalizó la lengua de los muertos?

¿Por cuánta oscuridad y quietud fueron rodeados?

¿Y quién vació de sentido sus visiones? ¿Sabes, acaso,

 qué se quedó por decir? ¿A quiénes acudieron,

 bajo qué luz, a qué oído hirieron con sus voces?

 

El viento trae consigo la respuesta,

y en secreto la devolverá tibiamente a la nada.

 

(En: La noche en el espejo, 2009).

 


 

***

 

Tanto caminar en el mismo laberinto

y todavía no se reconoce la piedra

en la que tropezamos una y otra vez.

 

El olvido llueve sobre los ojos,

y simulamos dar un paso adelante.

 

Alguien sostiene con su sombra

el peso de lo que un día, una noche, volverá a repetirse.

No hay una máscara para el miedo,

tampoco para la muerte.

Todos los muros que nos rodean

están siendo escritos por el paso de las horas,

por nuestras largas vigilias, por el secreto deseo de la sangre,

por la insistencia del amor y el fracaso,

por la oscura ceniza que una vez fue nuestra casa

y que nos obliga a permanecer.

 

Pregunto entonces con la boca de los muertos:

¿qué de ti quedó entre las rosas?

(En: La noche en el espejo, 2009).

 


 

Lucía Estrada (Medellín – Colombia, 1980): Ha publicado varios libros de poesía, entre ellos Maiastra, Las Hijas del Espino, El Ojo de Circe(Antología), La Noche en el Espejo, Cuaderno del Ángel, Continuidad del jardín (Selección personal) y Katábasis. Con su libro Las Hijas del Espinoobtuvo el Premio de Poesía Ciudad de Medellín (2005) y la Beca de Creación en Poesía otorgada por el Municipio de Medellín en 2008 con Cuaderno del ángel. En 2009 y 2017 obtuvo el Premio Nacional de Poesía Ciudad de Bogotá con sus libros La noche en el espejo (2010) y Katábasis (2018) respectivamente. Con este último libro fue finalista del Premio Nacional de Poesía del Ministerio de Cultura de Colombia en 2019. Textos suyos han aparecido también en varias antologías y publicaciones del país y del exterior. Asimismo sus poemas han sido traducidos a varios idiomas. Invitada a diversos encuentros literarios en el país y en el exterior. En 2020, la Editorial Eulalia Books (Estados Unidos) publicó una edición bilingüe de Katábasis en traducción de Olivia Lott (finalista en el PEN America Literary Awards, 2021. Próximamente, la editorial L’ Harmattan de París (Francia), publicará una edición bilingüe de Katábasis en traducción de Dominique Delpirou.

 

CURADURÍA: Sean Salas (Costa Rica).