TEJER REDES  ES TEJER FUERZAS. UN VIAJE POR EL POLISISTEMA POÉTICO CENTROAMERICANO REVISTA AJKÖ KI No 3

TEJER REDES ES TEJER FUERZAS. UN VIAJE POR EL POLISISTEMA POÉTICO CENTROAMERICANO REVISTA AJKÖ KI No 3

 

 

TEJER REDES
ES TEJER FUERZAS
[1]
 

 

UN VIAJE POR EL POLISISTEMA POÉTICO CENTROAMERICANO

 

Por: Sebastián Arce Oses[2]

 

 

Introducción

El presente trabajo describe, de manera gráfica y de relato de viaje, las fuerzas que se movieron y funcionaron en el sistema poético centroamericano entre 2000 y 2015. Se entregan datos, conexiones e historias sobre colectivos, asociaciones, fundaciones, talleres y círculos literarios, vinculados con la poesía en Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica.

El sistema poético centroamericano se caracteriza por la articulación de fuerzas que constituyen redes culturales. Estas fuerzas agrupadas en redes dinamizan la producción, los mercados, los repertorios, el consumo y la institucionalidad de la poesía. Se busca visibilizar el proceso atravesado por el sistema poético centroamericano durante los primeros quince años de este siglo, lo cual representa lenguas, voces, estilos, contextos históricos, contenidos culturales, que van creando su demanda lectora, de mercado, de edición y de gestión, elementos que se han venido transformando en relación con el devenir histórico, político, económico y cultural.

 

 

 

I.              Fuerzas del polisistema poético centroamericano

 

Entre 2015 y 2019 me propuse describir las fuerzas de la poesía centroamericana en una tesis historiográfica. Preveía que iban a aparecer numerosos participantes y relatos invaluables. Por puente común, me interesaba hilar la historia del trabajo de la poesía como fenómeno social y colectivo. Por cuestiones de tiempo, delimité a Costa Rica, Nicaragua, El Salvador, Honduras y Nicaragua como Centroamérica (aunque me interesaban también Panamá y Chiapas dentro del panorama).

Quería presentar qué había pasado entre 2000 y 2015 en estos países y entre estos países. Ir signando las maneras en que estos participantes se agrupaban y qué dinámicas tenían. Cómo pasaban a conectarse y convertirse en fuerzas que sostenían dinámicas culturalmente complejas. Más que fijarme en la inmanencia del texto, en las palabras contenidas en los poemas o en los libros, en las formas y en los fondos, quise identificar las dinámicas de trabajo y organización alrededor de la poesía. Quise aproximarme a la poesía centroamericana como un sistema literario, por lo que además de historiográfico, se exponen prácticas sociológicas, económicas y culturales.

Procuré describir el funcionamiento desde la teoría de los polisistemas culturales de Itamar Even Zohar. Es decir, existe una continua interacción de factores como los repertorios, las instituciones, los productores, los consumidores, los productos y el mercado, dentro de un sistema estratificado de carácter abierto, dinámico y heterogéneo, movilizado por diversas fuerzas, que participan a su vez en y entre estos factores. Este movimiento puede rastrearse en la creación de actividades, encuentros, festivales, ferias, colectivos, asociaciones, editoriales, crítica, promoción, etc., a través de redes culturales de trabajo vinculadas con el fenómeno sociosemiótico denominado poesía.

La poesía como sistema se caracteriza por ser heterónoma y autónoma, esto quiere decir que “se regula a sí misma y está condicionada por otros sistemas” (Even-Zohar, 2007, 32). Para el enfoque sistémico ha sido central estudiar “la clase de relaciones existentes entre las leyes que rigen la producción de textos literarios, en tanto que extraíbles de tales textos, y las fuerzas que generan estas leyes, las promueven o las hacen desaparecer” (Even-Zohar, 2007, 32). La consideración de las “fuerzas” se sale de la norma predominante, pues nos conecta con los participantes del sistema poético, con los nodos de trabajo que se conforman, los espacios y tiempos que ocupan, las instituciones, producciones y mercados que hay, las leyes que se crean, se siguen o se rompen. Estas fuerzas provocan el movimiento, la ruptura, la discusión o la revisión de las condiciones del sistema.

Vinculé la teoría de Even-Zohar con el concepto de “red cultural” para identificar las formas de organización y producción. En el plano de la cultura, las redes culturales son las instancias a partir de las cuales se tejen conexiones entre individuos, grupos y proyectos, que tienen un área de interés común (el arte, la cultura, la literatura) y una particular estructura y organización, marcada por la heterogeneidad, la descentralización y la diversidad: “En un concepto amplio, una red es un sistema flexible, abierto y adaptable donde dos o más personas que comparten un objetivo en común, se reúnen y organizan para trabajar en pro de la articulación y consumación de un proyecto” (Ortega, 2012, 26). Estas redes comenzaron a surgir en la década de 1990 con mayor presencia y en Latinoamérica ostentan una fuerza importante en la consecución de proyectos comunitarios y culturales. Este artículo se propone exponer las redes culturales que propiciaron la vinculación de las distintas fuerzas del sistema poético centroamericano durante los primeros 15 años de este siglo. 

Las fuerzas consisten en la capacidad del sistema para trabajar e interrelacionar sus redes, mover sus actores en diferentes direcciones, posiciones y funciones. Hay diversos grupos trabajando al mismo tiempo, por ello el sistema poético es dialógico. El arte de la escritura suele mirarse como un trabajo en solitario, pero la gran cantidad de talleres literarios computados deja en evidencia que hay un trabajo colectivo detrás de la creación o como me expresara el investigador Mauricio Chaves alguna vez “Frente al genio romántico, el trabajo en equipo”. Hay un notable cambio de paradigma que ni el sistema educativo ni las instancias académicas superiores visibilizan.

He querido reconocer las fuerzas que se han manifestado en el sistema poético centroamericano, vislumbrar los chispazos –en medio de una aparente oscuridad– que han aportado los talleres, círculos, colectivos, asociaciones, fundaciones, grupos de amigos, editoriales, oficinas. Como si fuera un satélite encargado de fotografiar el espacio profundo, invisibles sus estrellas para el ojo incauto, pretendo registrar las luces que se formaron en constelaciones de personas, redes de esfuerzos durante los primeros quince años de este siglo.

 

 

Foto 1. Acción Poética Xela durante el Festival Internacional de Poesía de Quetzaltenango. La versión del 2013. Un poderoso verso de Carolina Escobar Sartí se pinta en una pared de la ciudad.

Fuente: archivo personal

 

  1. Delimitación y metodología

 

A los cinco países escogidos los liga una continuidad territorial, la presencia de lenguas como el español, el inglés, el francés, el creole, el garífuna y decenas de lenguas indígenas. También una historia política, idiosincrática y cultural en común, que hunde sus raíces en el tiempo, en la zona de contacto mesoamericana, en la conquista y en la colonia, en la República Federal Centroamericana, en el cruce de pueblos dentro de contextos globalizadores, en la interculturalidad y el movimiento.

En principio, soñaba realizar una investigación que abarcara a Panamá, Belice e incluso la zona de Chiapas, México; pero delimité el trabajo –no sin dolor ni reservas– a Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala, por razones de factibilidad en desplazamientos, identificar fuentes e informantes y por el tiempo que tenía para completar la tesis[3]. Trabajé entonces a partir de la tradicional definición histórico-política de Centroamérica, que delimita los territorios al dominio de la antigua Capitanía de Guatemala en tiempos coloniales (Mackenbach, 2008, viii).

Temporalmente recopilé información entre el 2000 y 2015, época que marcaba un nuevo siglo y un nuevo milenio, una irrupción de medios tecnológicos y de cambios fuertes en la comunicación y en las dinámicas de la literatura y la poesía. Varios estados centroamericanos habían pasado largos períodos de guerra y habían firmado acuerdos de paz recientemente; otros venían atravesando procesos democráticos y postrevolucionarios. Buscaba comprender los efectos en las dinámicas del sistema poético centroamericano en esta fase que, además, estaba signada por la neoliberalización de la política y de la economía en el sistema mundial, proceso acelerado con el desmoronamiento de la URSS en 1991. Investigar a partir del 2000, tras también haber cruzado el oscuro pasillo de los “fines del mundo[4]”, me seducía por el misterio en los datos, dinámicas y producciones que se pudieran hallar.

Foto 2. Apuntes en mi vieja pizarra. Manuscrito de los factores y dependencias del sistema poético. Por el 2016 imaginaba que un sistema trabajaba así, de manera orgánica. La particularidad de un fenómeno como la poesía centroamericana es su capital simbólico/cultural.

Fuente: Archivo personal

 

Recabé información a partir de cuestionarios, entrevistas, trabajo de campo y fuentes bibliográficas, lo que me llevó a desplazarme por diferentes zonas de los países escogidos, asimilar acentos y escuchar recuentos, probar comidas y estimar bebidas. También a aprovechar las herramientas tecnológicas y las facilidades de las redes sociales. El 24 de octubre de 2017 se recibió la primera respuesta al cuestionario en línea, mientras que la última data del 14 de setiembre de 2018.  Por su parte, las entrevistas en Nicaragua se realizaron entre el 15 y el 17 febrero de 2018, en El Salvador entre el 19 y el 23 de febrero de 2018, en Honduras entre 17 y el 21 de setiembre de 2018, en Guatemala entre el 16 y el 20 de julio de 2018, y en Costa Rica se recuperó material de entrevistas el 9 de setiembre de 2016 durante la FILCR y luego con entrevistas llevadas a cabo entre 2018 y 2019. 

Si bien el número planteado fue 45 personas como mínimo entre cuestionarios y entrevistas, en total colaboraron 32 personas con cuestionarios (11 mujeres y 21 hombres) y 43 personas con entrevistas (14 mujeres y 29 hombres). Las preguntas eran muy específicas, pero quería responder interrogantes generales como ¿cuáles instancias, eventos y actores han participado en la dinámica de repertorios, instituciones, mercados, productos, productores y consumidores de esta región durante este siglo? ¿Cómo se ha construido, desarrollado e interconectado el Sistema Poético Centroamericano desde 2000 hasta 2015? ¿Qué redes culturales se han tejido en el escenario de la poesía de la región? ¿Qué eventos han propiciado una sinergia entre poetas de la región con otras latitudes y formas de poesía?

 

III. Contexto de las fuerzas y las redes de poesía centroamericana

 

Si usted es centroamericano o ha tenido cercanía con la región y le pidiera que hiciera un recuento de los colectivos relacionados con poesía, ¿qué nombres daría?, ¿se le viene a la cabeza más de cinco o diez? ¿No conoce ninguno? ¿Habría alguno que ponderaría sobre los demás y habría otro que omitiría? Gracias a la información colectada, gracias a la benevolencia de mis informantes, logré identificar un total de 146 agrupaciones relacionadas con el sistema poético centroamericano. El siguiente gráfico nos deja ver la distribución de las agrupaciones según cada país.

Gráfico 1. Agrupaciones poéticas entre 2000 y 2015

Fuente: elaboración propia a partir de la recopilación de datos

 

En Centroamérica, talleres, colectivos y asociaciones han existido desde hace décadas, pero en el presente se manifiesta como una necesidad organizativa y de entendimiento que conlleva cierta conciencia de por qué los colectivos participan en los proyectos que les competen, y es esa pasión y ese entusiasmo por crear en el campo de la poesía la que crea lazos únicos que los proyectan en el escenario del sistema.

 

Guatemala

 

En Guatemala, se encontraron 23 agrupaciones relacionadas con la poesía en Guatemala. Cuatro de ellas funcionaban desde el siglo pasado.

Cuadro 1. Agrupaciones de Guatemala

Taller, círculo, grupo o colectivo literario

Período de actividad

Espacio

1.     Asociación de Mujeres Escritoras y Periodistas

1968-actualidad

Ciudad de Guatemala. Todo el país

2.     Grupo de Escritores Los Quijotes

1992-actualidad

Quetzaltenango

3.     Taller Literario de Marco Antonio “Bolo” Flores

1993-2003?

Paraninfo, Universidad de San Carlos

4.     Colectivo Casa Bizarra

1996-¿?

Ciudad de Guatemala

5.     Colectivo La Caja Lúdica

2000-actualidad

Ciudad de Guatemala

6.     Grupo Literario Vértice

2001-2004

Antigua Guatemala

7.     Taller La Pólvora

2002-2011

Antigua Guatemala

8.     Asociación Gremial de Editores de Guatemala (AGEG)

Sin datos

Ciudad de Guatemala. Todo el país

9.     Asociación Metáfora

2003-actualidad

Quetzaltenango

10.  Grupo Literario Ritual

2003-2004

Quetzaltenango

11.  Folio 114

2006-¿?

Ciudad de Guatemala

12.  Club de Poesía Casa Los Altos

2008-actualidad

Quetzaltenango

13.  Poetry Slam Guatemala

2011-actualidad

Ciudad de Guatemala

14.  Club de Poesía de Ostuncalco

2011-¿?

Ostuncalco

15.  APEA (Asociación de Poetas y Escritores de Amatitlán)

2010-actualidad?

Amatitlán

16.  Club de Literatura La Chalana

2011

Ciudad de Guatemala

17.  Colectivo Poetry Slam Xela

2012-¿?

Quetzaltenango

18.  90s

2013-2015

Quetzaltenango

19.  Colectivo Apaste Anónimo

2013-2014

Antigua Guatemala

20.  Acción Poética Xela

Sin datos

Quetzaltenango

21.  Club Literario Macondo

2012-actualidad

Aguacatán

22.  Club de Lectores y Escritores de Poesía.

2015

Casa Ibargüen, Ciudad de Guatemala

23.  Grupo Jerigonza

2015

Antigua Guatemala

 

En julio de 2018 participé en la FILGUA y durante una “escapada” entre las actividades, presentaciones y camaradería de un evento cultural tan insigne, aproveché para entrevistar al poeta y documentalista Julio Serrano Echeverría en una mesa afuera de la Librería Cervantes, en Ciudad de Guatemala. Julio, quien fuera integrante del grupo literario Ritual (2003-2004), de Quetzaltenango, planteó que hay una conexión inmediata entre los inicios del Festival Internacional de Poesía de Quetzaltenango, con la visita del salvadoreño Otoniel Guevara a Xelajú, Guatemala, hacia finales de 2002. Julio y Otoniel ya se conocían, Serrano había estudiado su bachillerato en El Salvador y participó en un festival que Otoniel organizaba. Ritual se fundó en diciembre de 2002 en Xelajú y coincidió con la visita de Otoniel, que ya tenía su asociación Metáfora en El Salvador y organizaba festivales. Influyó en que los participantes de Ritual tomaran la iniciativa de realizar su festival. Lo conformaban Carmen Lucía Alvarado, Martín Díaz Valverde, Marvin García, Gabriel Rodríguez, y de personas como ellos nacieron proyectos como Catafixia, Luna Park, Libros Mínimos, Metáfora y por supuesto el FIPQ.

Ritual organizó los primeros festivales durante dos años de trabajo intenso. Después hubo un “silencio” hasta que Marvin García retomó el proyecto, fundó Metáfora-Xela y así fue cuando el FIPQ comenzó a realizarse ininterrumpidamente desde 2007. Ritual se disolvió a los dos años de crearse, según Julio, para no desgastar al grupo, pero aún mantienen la cercanía. Aquellas gradas del parque se volvieron “institución”, en palabras de Serrano, por la cantidad de proyectos que se gestaron a partir de sus miembros.

En conversaciones entre Costa Rica, Guatemala y la virtualidad, aproveché para platicar con Marvin García. Es el director del FIPQ y de la Asociación Cultural Metáfora, poeta, editor y productor cultural. Participó en Ritual, pero a diferencia de otros integrantes, decidió quedarse en Quetzaltenango y no estudiar fuera. Comentó que la red del festival nació de “forma circunstancial”, el ejercicio de traer poetas de otros países automáticamente abrió la puerta para pensar en redes de cooperación. La red para el FIPQ se pensó en el ejercicio de que “nos conozcan y conozcamos otros procesos similares, generar empatías basadas principalmente en la idea de la amistad”. Han conectado con otros festivales y aseguró que existieron “dos experiencias” en donde hubo fondos para fortalecer los festivales de la región, pero “se quedaron en eso, en experiencias”. Sin embargo, con un trabajo incansable ha logrado fortalecer una red que conecta comunidades ya no solo de Quetzaltenango y ha convertido al festival en todo un referente cultural centroamericano.

 

Foto 3. Marvín García, Indira Isel Torres Crux y Negma Coy caminan por las calles de San Juan del Obispo. Las mismas por las que anduvo Luis de Lión. Tomada durante el FIPQ.

Fuente: Archivo personal

 

Vania Vargas es una poeta, narradora y ensayista guatemalteca que estuvo siempre cerca de Ritual, aunque no se integrara de lleno al grupo. Tuve la oportunidad de entrevistarla durante la FILGUA del 2018, entre una gran concurrencia en el stand de la Editorial Cultura. Se ha dedicado al periodismo cultural y trabaja en Editorial Cultura como encargada del trabajo de preimpresión. Vania contó cómo pudo atestiguar la aparición de grupos como Ritual en Quetzaltenango, taller que surgió ante la presencia del poeta salvadoreño Otoniel Guevara y de “un montón de muchachitos” que en aquel entonces tenían la inquietud de escribir, de leer, y que “se reunían en un parque en Quetzaltenango para leer sus propios poemas, para hablar de literatura”. A su vez, durante esta misma Feria, conversé con Carmen Lucía Alvarado, poeta y editora originaria de Quetzaltenango. Formó parte de Ritual, pero se fue para la capital a estudiar Letras en 2003. En Ritual comenzaron a “tallerear” sus primeros poemas, pero también a cuestionar las dinámicas de los espacios de lecturas públicas. Tuvieron la dicha de establecer contacto con “poetas mayores” que los tomaron en serio desde el principio, como Francisco Morales Santos, Francisco Nájera y Enrique Noriega. Señaló a Editorial X y a Casa Bizarra como sus principales referencias editoriales y proyectos de colectivos.

Ante semejantes referencias, había que conocer el taller de Simón Pedroza, en Ciudad de Guatemala. Entre papeles hechos a base de materiales reciclados, sellos, prensas y libros-arte, relató que en el colectivo de Casa Bizarra, que comenzó en 1996, “se juntaba el hijo del militar, el hijo del guerrillero, el hijo del abogado, del comerciante, del economista, del pastor evangélico, las chicas extranjeras, la hija de los hippies”; por lo que era un espacio abierto, dado que después de tantos años de crueldad no valía la pena matarse entre ellos por las diferencias que había fuera, sino que buscaban “crear un espacio de expresión libre”. Tenían una idea de comuna, aunque aún no se planteaban así, pero tampoco eran “okupas”.  Buscaban la apertura ante el cambio de siglo, ya había mucha confrontación, ahora “hagamos la fiesta juntos” era su filosofía.

Pedroza contó que “tomaron” la famosa casa en el Centro Histórico dos meses antes de la firma de los Acuerdos de Paz. Cuando en 1998 les obligaron a alquilar la casa y vieron que no podían pagarla, siguieron con la idea de crear una Editorial. En ese tiempo se “abrió” culturalmente el Centro Histórico y ellos aprovecharon para entrar en las actividades, un tiempo donde Regina José Galindo hacía sus performance, Aníbal López también comenzaba sus propuestas, y ellos leían poesía junto con músicos, ya que “la onda era absorber todo lo que sucedía alrededor”. En la Alianza Francesa también se hacían actividades, así que aprovechaban el espacio, realizaban sus lecturas y actuaban.

Pedroza señaló que la Revista Kassandra, de Costa Rica, así como Artefacto y 400 elefantes, de Nicaragua, fueron referentes para ellos. Le preguntamos sobre si en aquel momento consideraba el concepto “cartonero”, pero nos planteó que este tipo de edición nació de la situación argentina, y también nos brindó la referencia del mexicano Ulises Carrión, quien escribió un libro titulado El arte nuevo de hacer libros: en el “arte viejo”, el escritor escribía el libro y el editor lo publicaba, pero en el arte nuevo “escribir solo es el primer paso” para todo el proceso artístico que seguía. Pero pasaba que en Guatemala nadie seguía esta línea, los veían con recelo porque eran “un desparpajo”, “un esperpento”. La idea de la editorial era no emular lo que ya todo el tiempo se miraba.

 

Foto 4. Ciudad de Guatemala, taller artesanal de la Casa Bizarra. Simón Pedroza toma su megáfono. Desde hace más de un cuarto de siglo su voz y sus propuestas han resonado. 2018.

Fuente: archivo personal

 

En esta onda de edición alternativa –y subversiva–, conseguí hablar con Estuardo Prado en el área de comidas de la FILGUA. Es escritor y editor en la Editorial X. Relató que los inicios de la Editorial X se dieron como un proyecto de estudiantes de Filosofía y Letras en la Universidad Rafael Landívar, entre 1995 y 1998, donde sacaban una revista llamada Anomia. En el último ejemplar, el número 6, se publicó el Manifiesto X de la editorial. Después trabajaron con la Comunidad de Escritores, con sede en el FCE o en Coloquia, y también se asociaron con la “Valiente” (2014-2015), un grupo de editoriales independientes, haciendo festivales y actividades, aunque ahora el proyecto se encuentra “algo apagado”.

Admitió que en la editorial han tenido más narrativa que poesía, pero que han publicado poetas salvadoreños como Duke Mental o Noé Lima, por lo que entre sus criterios de publicación se encuentra buscar escritores con una propuesta definida, de ruptura y con un estilo propio. Otros escritores que han engrosado el proyecto son Javier Payeras, Maurice Echeverría, Julio Calvo, Ronald Flores, Byron Quiñones, Pablo Bromo, Alberto Arzú –el editor de Chuleta de Cerdo–, y Evelyn Orellana. 

Al calor de una fogata y un ritual entre la neblina de Comalapa, así conocí a Negma Coy, quien compartía poemas en su lengua. Aquello fue en el 2013 y es una imagen poética que se cristaliza en la vida. Se describe como una mujer maya Kaqchikel, madre y artista de Chixot - San Juan Comalapa, Chimaltenango. Explica que sus maestros han sido sus ancestros, “las abuelas y los abuelos, los ajq’ija’, los seres que le dan armonía a la vida en comunidad”. La alegría de su esencia es hacer poesía y escribirla, pintar con oleos sobre tela y madera, crear en teatro. Escribe en idioma maya kaqchikel, en español y con glifos mayas.

Comentó que considera muy importante el trabajo en colectivo. Ha tenido la oportunidad de aprender y crecer en algunos grupos de arte y literatura a nivel nacional y de comunidad. Enlistó algunos que se han desarrollado después de 2015: Ajtz’ib’ – Escritores de Comalapa (poesía), Arte de Comalapa – Pintores, La colectiva Teatro, Jupaj (teatro), Ixkot Armonía y conocimiento, Colectivo Yo también decido, entre otros. Mencionó editoriales independientes que les han dado la oportunidad a escritores emergentes de compartir sus escritos, como Metáfora Editores, de Quetzaltenango, que ha publicado a Negma en antologías. Compartió que la poesía le ha dado el regalo de conocer a muchas personas maravillosas, entre ellos a los “hermanos de Centroamérica” con quienes “compartimos una forma de vida muy similar, gente llena de luz y de fuerza en el trabajo que realizan desde la palabra, llevándola a distintos rincones de su país”.

 

Foto 5. Ritual celebrado en San Juan, Comalapa, previo a una lectura de poesía. Corría el 2013.

Fuente: archivo personal

 

A Wilson Loayes lo conocí gracias a festivales y ferias del libro, además de leerlo en diferentes antologías de poesía maya. Aproveché la FILGUA de 2018 para entrevistarlo: es un poeta, narrador, ensayista y editor de origen Mam. Nos contó que empezó a escribir por una depresión en 2011. Tiempo después, el Centro Cultural de San Juan Ostuncalco publicó su primer libro, “Panteón de girasoles”, y lo conectaron con el círculo literario de Quetzaltenango “Casa de los Altos” (2011). Participó en 2012 con el colectivo Poetry Slam, de Xelajú. Conoció también a los Quijotes (1992), que eran la “parte clásica” en Quetzaltenango, pues usaban rima y métrica. Recibió la invitación para participar en el FIPQ, donde fueron presentados una serie de poetas mayas, los más reconocidos: Rosa Chávez, Pedro Chavajay, Manuel Tzoc y Negma Coy, publicados después en la antología Palabras para colgar en los árboles. En 2015 fundó su proyecto editorial POE.

 

El Salvador

 

En El Salvador, se encontraron 29 agrupaciones relacionadas con la poesía. Cuatro de ellas funcionaban desde el siglo pasado.

Cuadro 2. Agrupaciones de El Salvador

Taller, círculo, grupo o colectivo literario

Período de actividad

Espacio

  1. Taller Literario Zarza

1995-actualidad

San Miguel, Oriente de El Salvador

2.     Poesía y Más

1996-Actualidad

Sin datos

3.     Taller Literario Añil

1999-Actualidad

Municipio La Palma, Chalatenango

4.     Grupo Literario La Fragua

1999-actualidad

San Salvador

5.     Proyecto Cultural Alkimia

2000-actualidad

San Salvador

6.     Taller Literario Serpientemplumada

2002-2007

Soyapan

7.     Taller de la Casa del Escritor  “Salarrué”

2002-2011

Planes de Renderos

  1. Círculo Literario Rosa Negra

2003(4)-2006

Planes de Renderos (Fundación)

Universidad de El Salvador

  1. Taller Literario Amílcar Colocho

2003-¿?

Casa de la Cultura Quezaltepeque

10.  Taller Literario Quino-Caso

2004-2009

Quezaltepeque

11.  Círculo del Sol Nocturno

2005-¿?

Quezaltepeque

  1. Círculo Literario Teshcal

2005-¿?

Quezaltepeque

13.  Taller Literario Patria Grande

2005-¿?

San Salvador

14.  Taller del Parque

2006-¿?

Parque Municipal Concordia, Ahuachapán

15.  Colectivo Literario Delira Cigarra Talega

2006-¿?

(Taller Literario de Universidad Gavidia)

16.  Los poetas del cinco

2006-2011

Casa de la Cultura, Soyapango

17.  Taller de Creación Literaria Suchitoto Nuestro

2007-2009

Casa de la Cultura de Suchitoto

18.  Taller Literario Tapayáuit

2007-¿?

Quezaltepeque?

19.  Taller Literario Perro Muerto

2007-2013

San Salvador

20.  Taller Literario Tochtli

2008-¿?

Quezaltepeque

21.  Círculo Literario CaMinaSilenCio

2008-¿?

Quezaltepeque

22.  Taller Literario Greda

2008-¿?

Universidad Gerardo Barrios de San Miguel

23.  Círculo Literario Ceniza Primitiva

2009

Sin datos

24.  Círculo Literario Don-aire

2010

Sin datos

25.  Movimiento Literario Siramá

2010-actualidad

San Miguel

26.  Círculo Literario Xipet

2011

Sin datos

27.  Taller literario Ala de Colibrí

2012-2013

Chalchuapa

28.  Círculo Literario Mishima

2012-actualidad

Sin datos

29.  Poetry Slam San Salvador

2012-¿?

Centro Cultural España

 

Estuve en El Salvador en febrero de 2018. Me había “escapado” al Festival Internacional de Poesía de Granada, Nicaragua, y de allí compré boleto para viajar en bus junto con varios poetas salvadoreños. Iba con la agenda exclusiva de entrevistar, explorar y comer. Ya en el país, abordé una micro en San Salvador y tomé para la casa de Otoniel Guevara, en Quezaltepeque. Me fue relatando su historia a la sombra de su patio.

Es poeta y promotor de poesía salvadoreño, además de un “provocador político”. Fue uno de los fundadores del taller literario Xibalbá, con jóvenes de entre 18 y 21 años, allá en 1985. Querían hacer un colectivo que trabajara la poesía en medio de la guerra. El patrocinio dentro de la Universidad de El Salvador lo daban en aquel entonces las organizaciones de izquierda. Lo plantearon como un taller literario con repercusiones políticas, así que se presentaban en las actividades político-culturales entre 1985 y 1989. Hubo un período entre la ofensiva final y los Acuerdos de Paz en donde no hubo “movida”. Cuando se da la paz en 1992, se creó un segmento cultural que aún se mantiene vivo, el Suplemento Cultural 3000, y alrededor de él comenzaron a armarse grupos literarios. Se integró a un grupo denominado La Pinta, quienes realizaban graffities, hasta que en 1998 asumió el espacio completo del Suplemento Cultural 3000.

Fernando Rendón lo motivó a realizar un evento similar al FIPM en El Salvador. Comenzó con el Encuentro Permanente de Poetas de El Salvador: organizaba lecturas para los poetas que anduvieran de paso o que pudieran venir al país por sus propios medios. Iban a las escuelas, a las universidades, a los centros culturales. Llegaron Consuelo Tomás, de Panamá, Claribel Alegría y Carlos Ernesto García de El Salvador, Francisco Morales Santos de Guatemala, José Luis Quesada de Honduras y Osvaldo Sauma de Costa Rica.

 

Foto 6. Una gallina se pasea en el patio de Otoniel Guevara, en Quezaltepeque, El Salvador. Se pueden mirar unos aguacates a la sombra del árbol.

Fuente: Archivo personal.

 

Fundó Metáfora para mover los fondos de los festivales. En 2004 llevó a cabo el I Encuentro de Poetas El Turno del Ofendido, con referencia a Roque Dalton y su obra. En aquel momento asistieron solo tres poetas, Oscar Acosta de Honduras, Saúl Ibargoyen de Uruguay y Nicole Cage de Martinica. Este encuentro funcionó por diez años. Como iban “evolucionando”, se propusieron hacer festivales en comunidades que respondieran mejor, que no fuera San Salvador. Fundó El Festival Internacional de Poesía en Tierra Nahual-Pipil (2013), que se concentró en uno de los pueblos más ancestrales, Nahuizalco, festival que se extendía por todos los pueblos de la zona, sobre todo Sonsonate y Ahuachapán.

Crearon el Festival Latinoamericano de Poesía Joven (2012-2016), que tuvo como sede Quezaltepeque y se dedicó a Amílcar Colocho. Un festival que duró todo un mes. También en San Sebastián, con el apoyo de Erick Enríquez, hicieron otro que cubría cuatro departamentos. Se llamaba Festival Hispanoamericano de Poesía (2012-2015), y llevaba el nombre de dos poetas mártires jóvenes, Arquímedes Cruz y Claudia María Joel.

Fuera del país, en Quetzaltenango, Guatemala, instó al grupo de jóvenes de Ritual a realizar el FIPQ (2003), que integró a Otoniel y a la poeta italiana Silvia Favaretto. Los poetas que iban a los festivales de El Salvador también viajaban a Quetzaltenango. Habló con el poeta salvadoreño Raynier Alfaro, radicado en Honduras, para convencerlo de realizar un festival en ese país, dando paso a El Turno del Disidente (2011-2013) durante tres ediciones. Guevara estuvo vinculado con el Festival Ars Amandi, de Panamá, a través de la organizadora Lucy Chao y se alió con Norberto Salinas del FIPCR (2001) y con el FIPG (2005). Comentó que los corredores de poetas que crearon eran con la plena conciencia de “regionalizar” la poesía, y siguió con esta tónica porque lo que le interesaba era hacer llegar la poesía a lugares como centros educativos, centros penales y barrios vulnerables.

En entrevista triple, con pupusas incluidas, hablé con Tony Peña, William Morales y Luis Borja, poetas y profesores universitarios salvadoreños. Trabajaban en la UES, sede de Occidente, lo que es decir Santa Ana, lugar de encuentro para actividades culturales y diálogos literarios. Así que hasta allá me fui, en el carro de Tony, partiendo de San Salvador. Me hablaron de colectivos y talleres interesantes que desconocía como Ala de colibrí (2012-2013), el taller del Parque (2006), coordinado por Noé Lima, el taller de Quino-Caso (2004-2009), la Rosa Negra (2003-2006), el Perro Muerto (2007-2013) y la Serpiente Emplumada (2002-2007). También identificaron festivales de poesía como el Turno del Ofendido, que permitían que los colectivos y poetas se acercaran a escritores internacionales o poetas de la capital que no solían llegar a occidente. Peña, quien ha estado en el medio desde finales de la década de 1980, indicó como antecesores de los talleres a Xibalba y a Patria Exacta, que generaban espacios para popularizar la poesía.

Foto 7. Entrevista con William Morales, Tony Peña y Luis Borja. En la parte alta y fría de la montaña de Santa Ana. 2018.

Fuente: archive personal.

 

A Alberto López Serrano lo entrevisté en el anfiteatro de la Universidad de El Salvador, que no es su alma mater, sino que egresó de la UCA, pero como me quedaba en el hotel de un poeta de la “Generación comprometida” cerca de la UES, pues ahí nos encontramos. Es el director de la Casa del Escritor, proyecto fundado en 2003 desde la Secretaría de Cultura, el cual primero estuvo a cargo del escritor Rafael Mejía Ochoa hasta su muerte. Además, Serrano es el director del FIPAL (2014). En 2002, Alberto se integró al Taller Literario Serpiente Emplumada, con Omar Chaves y Carlos Flores, quienes después desarrollaron la Editorial Equizzero. También formaban parte Alondra del Río, Mariela Benítez, Karen Méndez y Juan Enrique Carmona. Asistieron como taller a una lectura en los Tacos de Paco en 2003, en donde López Serrano conoció a miembros de la Fundación Alkimia (2000) y llegó a trabajar en gestión cultural con sus integrantes: Héctor Ismael Zermeñor Susana Reyes, Carlos Clará, William Alfaro, Aída Párraga, Osvaldo Hernández, Salvador Canjura y Claudia Hernández.  Las lecturas en los Tacos de Paco llevaban 16 años de darse de manera ininterrumpida, los miércoles por la noche, y desde hacía 11 años Alberto organiza la cartelera.

A Vladimir Amaya también lo entrevisté en la UES, con un mural inmenso detrás. Es poeta, antólogo, docente, editor, dirigió la Revista Cultura, la más antigua de El Salvador. Surgió en el mapa literario en 2007 con un taller privado que realizaba con compañeros de estudio cuando iniciaron la licenciatura en Letras: El Perro Muerto. Este le dio la oportunidad de conocer otros talleres, como La Casa del Escritor de Rafael Menjívar Ochoa. Mencionó talleres como El Sol Nocturno, La Serpiente Emplumada en Soyapango, de donde emergieron Omar Chaves y Carlos Flores, editores desde aquella época (2007-2008) y con quienes se siguen “mutuamente la pista”. El proceso de El Perro Muerto duró seis años, de 2007 a 2013. Entre los poetas que terminaron este proceso se encontraban: Roberto Deras, Manuel Ramos, Miroslava Rosales y Dennis Ernesto.

Entrevisté a Osvaldo Hernández en un café donde saboreabas imágenes y sétimo arte. Profesor y editor, escribe poesía desde finales de 1990. Empezó en un taller con un grupo de amigos, llamado Tayahualli, donde estaban Carlos Clará, Danilo Villalta y él. Luego, ese taller “mudó” hasta la década del 2000 cuando fundaron el taller literario El Cuervo, al cual, además de los anteriores participantes, se integró Erick Chaves. Este taller mantuvo durante más de tres años una lectura de poesía el último martes de cada mes en La Luna, “que era un bar legendario, un espacio muy importante de difusión cultural”. Cuando decidieron terminar con las actividades, quisieron “hacer un paso de estafeta”, ceder el espacio a unos amigos del Taller Literario La Fragua (1999): Mauricio Vallejo Márquez y Rafael Mendoza López, quienes, además, “animaban” una revista que se llamaba Huella; en aquel tiempo se hacía un tiraje en fotocopia, que ellos mismos ilustraban, diseñaban y diagramaban de manera “artesanal”, una memoria importante de ese tiempo de efervescencia de la época posterior al conflicto armado. Osvaldo narra que “fundamentalmente esa es nuestra generación, la generación de los 90, los noventeros, algunos discuten si sea o no una generación, pero para cuestiones referenciales yo lo llamo generación”.

Cuando me enteré de que una taquería era uno de los centros culturales de poesía más importantes de El Salvador, no cabía en mi asombro: amo los tacos por sobre todas las cosas, ahora póngale poesía como si fuera salsa, ¡imagínense el sabor! Justo en Los Tacos de Paco conversé con Susana Reyes después de una presentación de libro. Susana tiene varias facetas: actriz, maestra, tallerista, gestora cultural y editora. La marcó el poeta salvadoreño Pedro Geoffroy Rivas, con un libro que llegó a sus manos a los ocho años. Fue una de las fundadoras de Poesía y Más, en 1998, grupo cerrado de mujeres que todavía sigue en actividad. Ha convivido con varias generaciones de escritoras, entre ellas Claribel Alegría, quien la marcó en lo literario, pero también en el trabajo de la gestión cultural, pues participó en la Fundación Claribel Alegría. Ha compartido con escritores contemporáneos del grupo Piedra y Siglo, también con escritores en solitario como Ricardo Lindo y con mujeres importantes de Poesía y Más: Aida Párraga, María Cristina Orantes, Carmen González Hughet y Silvia Elena Regalado. También se ha relacionado con Vladimir Amaya y con talleres como Talega o El Cuervo.

Afirmó que con todos ellos ha trabajado en conjunto en actividades de promoción y producción, a veces enfocada en la poesía de otros y no en la propia, lo que ha dado paso a iniciativas como la Fundación Alkimia. Comentó que hay que crear los canales para el trabajo, que como tenían “esos deseos e inquietudes” había que conformarlos de manera organizada, he ahí la importancia de los colectivos artísticos. Finalmente, ha participado en la edición a través de Índole Editores, proyecto que ideó Carlos Clará en 2006 y al cual se integraron Morena Azucena, Osvaldo Hernández, Jorge Hernández y Santiago Pérez, quien diagrama. 

A Krisma Mancía llegué luego de andar por Santa Ana y al día siguiente abordar un bus hacia Santa Tecla. Ya la conocía de un FIPCR al cual ella había asistido hacía un par de años. Es poeta y trabaja en la Casa de la Cultura de Santa Tecla. En este bello escenario para las letras nos reunimos. Comenzó su carrera con un proyecto que se llamaba La Casa del Escritor (2002), el cual surgió de la coordinación de letras de Concultura, que hoy es el Ministerio de Cultura, y lo impulsó el escritor Rafael Menjívar Ochoa (1959-2011). Krisma estudiaba Letras en la universidad, pero no le llenaba lo que le enseñaban, entonces buscó alternativas, que fueron los talleres de la Casa del Escritor. Entró a un taller que se llamaba “Métrica y rima”. Allí conoció a poetas muy jóvenes como William Alfaro, Osvaldo Hernández, y otros, porque “era una demanda imperativa de los jóvenes recibir conocimiento”. El proyecto quería que la casa de Salarrué fuera, además de un museo, “un referente de la literatura salvadoreña”, porque era la casa de Salarrué, “el mayor exponente literario del país”, y juntaron los dos proyectos. Alrededor de la Casa del Escritor también había grupos que a través de los años se fueron fortaleciendo, pero eran grupos de amigos que no estaban “institucionalizados”, proyectos personales.

Foto 8. La casa del escritor. Se encuentra en Los Planos de Renderos, en El Salvador. Museo y taller que ha movido la escena cultural desde hace años. 2018.

Fuente: archivos personales.

 

Krisma me acompañó de vuelta a San Salvador, donde iba a encontrarme con Francisca Alfaro, nada más y nada menos que en La Casa Tomada, dentro del Centro Cultural Español, espacio que ha servido para gran cantidad de eventos poéticos en San Sivar. Para aquel momento, ya conocía que los salvadoreños se referían a la capital como San Sivar –sepa Quetzalcóatl por qué razones–, teniéndole un sobrenombre más o menos como los costarricenses llaman “Chepe” a San José. En fin, Francisca es maestra de literatura, ha impartido clases en parvulario, en escuela nocturna, de tercer ciclo y educación media. También ha dado clases en el profesorado de literatura y en la licenciatura en Letras de la Universidad Nacional. En cuanto al ámbito productivo literario, desde los 18 años se incorporó a un taller de literatura en la universidad. Allí conoció a otros jóvenes que escribían y decidieron juntarse en un taller que se denominó el Círculo de la Rosa Negra (2003-2006); después de este taller surgió Delira Cigarra.

En La Rosa Negra se integraron estudiantes de Derecho: Alberto Molina, Erick Doradea, Edwin Gil y Valmores Cerón; así como de Medicina: Víctor Patiño, Ilich Rauda, Ángel Recinos y Jesús Martínez. Después de la dispersión del grupo en 2006, se integró Yasir Yuval, quien asistió a unos talleres que se gestaron entre 2008-2009 en el Departamento de Cultura de Quezaltepeque. En Quezaltepeque comenzaron a tener más eventos y a conocer a otros jóvenes que mostraban inclinación literaria y con ello se formaron nuevos talleres. Recibieron el apoyo del poeta y tallerista Antonio Casquín, quien, según contó Francisca, actualmente está trabajando en la Secretaría de Memoria Histórica del FMLN, con quien ha perdido contacto, “creo que más por lo laboral y también por discrepancias de ideas y de creación”.

Contó que, aunque se dispersaron algunos de la Rosa Negra, otros continuaron usando su emblema hasta el 2010, año de la última publicación que hicieron en colectivo y donde no aparecieron varios, más por “inmadurez” y porque cada uno estaba en su propia búsqueda de la palabra, además de tener sus propias ideas políticas y sus filiaciones. Un detalle interesante que señaló fue que “mucho de lo que llevó a dividirnos fue una herencia nefasta del 80, la idea de que militás en algo y sos ortodoxo en eso”, principio que consideró “un poco anacrónico en nuestra generación, pero lo hubo, al menos en La Rosa Negra”.

Si anduve por el Occidente, tampoco me quedé sin conocer el Oriente de El Salvador. Viajé en carro acompañado por Vladimir Amaya y Alberto López Serrano. Tras varias horas de recorrido, nos vimos con Lourdes Ferrufino en una lectura y conversatorio, carne a la parrilla incluida. Lourdes es licenciada en Letras y profesora universitaria, vive en la zona oriental del país (San Miguel) y tuvo un acercamiento “diferente” a la poesía. Relató que se acercó al principio al Taller Literario Zarza (1995) y que en la universidad había algunos estudiantes que integraban el taller, pero que siempre buscó lecturas por su cuenta “porque no siempre un taller literario te va a dar todas las herramientas que necesitás; entonces, es también como salir a tener otro tipo de lectura, otro tipo de contacto”. Esto la llevó a contactar con poetas como Vladimir Amaya o Alberto López Serrano, gracias a lecturas que hubo en el Teatro Nacional de San Miguel.

Foto 9. Vladimir Amaya y Lourdes Ferrufino, 2018. Durante una lectura y conversatorio en San Miguel, ubicado en el este de El Salvador. Parte del ciclo de lecturas de “Periferia”, que realiza Lourdes.

Fuente: archivo personal

 

Lourdes comentó que en “Oriente” casi no ha habido instituciones o lugares que los apoyen, han debido acudir a instancias académicas que ponían restricciones entre lo que se podía leer o los protocolos por seguir. De hecho, al ciclo de lecturas que realiza le llama “Periferia”, porque se mueve justamente al margen. Tampoco las Casas de la Cultura o los gestores han tenido el protagonismo que debieran. Señaló que la “cultura” se sigue mirando de forma muy romántica, como un hobby y no como un oficio.

Le preguntamos cuáles eran esas literaturas que no se podían “leer en ciertos lugares”, relató que en cierta ocasión llegaron poetas de San Salvador a compartir en el Centro Cultural Salvadoreño Americano y uno de ellos anunció que leería poesía más “erótica y gráfica”. Para la siguiente lectura, los encargados del Centro les preguntaron qué tipo de literatura se iba a leer y quiénes iban a llegar porque “de alguna manera, hay temas tabúes que tratarse en literatura”.

 

Honduras

 

En Honduras, se encontraron 28 grupos literarios o culturales relacionados con la poesía en Honduras entre 2000 y 2015, tres agrupaciones funcionaban desde el siglo anterior.

Cuadro 3. Agrupaciones de Honduras

Taller, círculo, grupo o colectivo literario

Período de actividad

Espacio

1.     Sociedad Femenina de Letras Grupo Ideas

1953-actualidad

Tegucigalpa

2.     Sociedad Literaria de Honduras

1967-actualidad

Tegucigalpa

3.     Asociación Nacional de Escritoras de Honduras (ANDEH)

1997-actualidad

Tegucigalpa-todo el país

4.     Taller de Poesía Edilberto Cardona Bulnes

2000-2006

UNAH. Tegucigalpa

5.     Taller Altazor

¿2000-2003?

Tegucigalpa

6.     Grupo Literario Atrapados en Azul

2003-2011?

El Progreso

7.     PaisPoesible

2004-2009

Tegucigalpa

8.     Colectivo Mimalapalabra

2004-2006

San Pedro Sula

9.     Grupo Máscara Suelta

2004-2014

UNAH. Tegucigalpa

10.  Grupo Literario El Verbo

2005-2010

La Ceiba

11.  Poetas del Grado Cero

2006-actualidad?

San Pedro Sula

12.  Taller Literario Edilberto Cardona Bulnes

2006-2008

Universidad Católica de Honduras

13.  El Lugar de la Palabra

2007-¿?

La Ceiba

14.  Asociación Filosófica y Literaria Universitaria de Honduras (AFILIUN)

2008-¿?

UNAH

15.  Grupo Literario La Coperacha

2009-¿?

Tegucigalpa

16.  Artistas en Resistencia

2009-2012

Tegucigalpa

17.  Colectivo Cultural Palapan

2009-2011

 

El Progreso

18.  Hermandad de la Uva

2009-2011?

San Pedro Sula

19.  Asociación Cultural Trilce

2010?-2013?

Tegucigalpa

20.  El Ateneo Progreseño

2011-¿?

El Progreso

21.  La Internacional de Poetas Violentos

2013-¿?

Tegucigalpa

22.  Las de Hoy

2013-2015

Café Paradiso

23.  Movimiento Literario Lienzo Breve

2013

Comayagua

24.  Colectivo LetraELe

2014-actualidad

Tegucigalpa

25.  Taller de Literatura Clementina Suárez

¿?

Sin datos

26.  Metakosmia Literaria

¿?

Choluteca

27.  Grupo Literario Metempsicosis

¿?

Choluteca

28.  Grupo Literario Ágora

¿?

Choluteca

 

Un día de setiembre de 2018, entre protestas y huelgas por paquetazos fiscales, ¡al fin!, me fui para Honduras. De entre tantos nombres y espacios, uno de los que no podía dejar pasar –y en esto la historia es irreductible– era Paradiso. Entrevisté a Anarella Vélez después de que celebramos una lectura y hubo una tertulia. Anarella es escritora, profesora universitaria, promotora cultural y editora hondureña, nacida en Tegucigalpa. Junto con su ya desaparecido esposo, Rigoberto Paredes, ha creado el espacio Paradiso: librería, café y galería de arte. Han sido generadores de redes desde 1987, pues surgieron con el interés de que los artistas, escritores, pintores, escultores, cineastas, diseñadores gráficos, fotógrafos, pudieran comunicarse, debatir y tratar temas que les interesaban. Así que han aparecido movimientos literarios en este espacio de Tegucigalpa en los últimos 30 años, desde País Poesible (2004-2009), hasta la Cooperacha (2009) o Las de hoy (2013-2015). Nos comentó que “hemos creado un lugar en donde las y los artistas se reúnen para debatir sobre las cosas que les preocupan, sobre las cosas que les interesan”. A través de Paradiso ha podido comunicarse con “escritores, pintores, escultores, cineastas, diseñadores gráficos, fotógrafos, etc, de Tegucigalpa”.

A Anarella no hubiera llegado sin la intervención del segundo planeta desde el Sol. A Venus Ixchel Mejía la conocí en julio de 2018, durante la celebración del FIPAL al que estábamos invitados. Logré entrevistarla en San Salvador, en medio de nuestros coloquios, lecturas y tertulias. Se trata de una poeta, editora, cantautora, docente universitaria y gestora cultural. Trabajó en programas literarios en la radio como Molinos de viento y Letra de mujer. Ha conocido varios talleres y colectivos, aunque no ha participado en ninguno. Nombró al Taller Literario el Verbo (2005-2010), procedente de la Ceiba, que después formó una editorial alternativa que se llama Verbo Editores. De San Pedro Sula, citó a los Poetas del Grado Cero (2006); además, mencionó a Mimalapalabra (2004-2006) y a la Hermandad de la Uva (2009-2011), que también se convirtieron en proyectos editoriales. Otra de las propuestas más importantes fue País Poesible, integrado por Fabricio Estrada, Salvador Madrid, Rolando Katán, Armando Maldonado y Denis Ávila, por mencionar algunos. En Comayagua destacó a Lienzo Breve (2013), que publicó su antología en 2017, y ella realizó uno de los prólogos.  Ha participado en la Asociación Nacional de Escritoras de Honduras y en 2012 se juramentó en la Asociación Literaria de Honduras (1953), el gremio literario más antiguos del país.

Foto 10. La poeta y profesora hondureña Venus Ixchel Mejía durante una tertulia con estudiantes de literatura en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. 2018.

Fuente: archivo personal.

 

Gracias a Venus, tuve la oportunidad de participar en una bella presentación de libro en la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán, así como de conocer y entrevistar a Melissa Merlo. Es escritora, profesora de literatura y labora en la UPNFM de Honduras desde 1999. Se dedica a dar clases de literatura. Manifestó que al inicio las redes en que se movía eran más informales, grupos de estudiantes y maestros de la carrera de Letras. Luego, con un grupo de teatro universitario, Tespis, montaron talleres de literatura. Mencionó en su contexto a la UEAH, la Unión de Escritores y Artistas de Honduras, que se reactivó en el 2008. Habló del caso de una red de escritores en Puerto Rico llamada “El sur conoce al sur”, que reunía a escritores de toda Latinoamérica, a partir de la cual se han producido varias antologías. En uno de esos encuentros conoció a Alfredo Villegas y a Rocío Cardozo, que tienen otra red de escritores en Uruguay llamada Botella al mar, en donde han participado escritores de Honduras.

En Granada durante el 2018, aproveché la presencia de poetas, lectores y editores que se hallaban allí. Al primer poeta que entrevisté fue a Martín Cálix, hondureño que participaba como invitado en el Festival Internacional de Poesía. Martín se define como escritor, pues ha hecho poesía, narrativa y crónica, además de dedicarse a la fotografía. Estuvo vinculado con Ñ Editores, donde publicó su primer libro, y con Editorial Subversiva. Entre el 2000 y 2009 se relacionó mayormente con “autores locales”. Es de un pueblo llamado El Progreso, donde el acceso a la literatura se ha caracterizado por ser “bastante incipiente, si no es que es nulo, aunque hay intentos de construir colectivos literarios”. Por ello, se vinculó con autores de San Pedro Sula, pues sentía que mostraban una estética parecida a la suya, y porque lo marcó Los Inacabados, de Gustavo Campos, un libro que lo terminó de empujar a escribir. Estuvo cerca de grupos como Los Poetas del Grado Cero, pero sin pertenecer. También se acercó a los poetas del grupo Palapan (2009-2011), que según su opinión seguían una “tradición militante”. Después del golpe de Estado (2009), y tras conocer a Fabricio Estrada y a Mayra Oyuela, fue invitado a participar en el colectivo de Artistas en Resistencia (2009-2012).

La mención de los Poetas del Grado Cero me hizo recordar a Jorge Martínez. Es integrante de este grupo y autor de una novela con el mismo nombre del colectivo. Relata en clave ficticia y con la convención del manuscrito hallado (en una llave USB) la historia de sus integrantes. Hablé con Jorge en el comedor de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, y también disfrutamos de la compañía de Néstor Ulloa, poeta y profesor de literatura en la UNAH. Señalaron empresas editoriales como Guardabarranco, Pez Dulce, Paradiso, Imprenta López y Editorial Guaymuras, como las que dieron a conocer a importantes escritores durante las décadas de 1980 y 1990, las cuales impulsaron a otras pequeñas editoriales que se procuraron un espacio para dar a conocer a poetas a partir del 2000. Contaron que entre 1994-1997 se dio una importante actividad editorial y cultural desde el estado, se creó un “Bibliobus” para fomentar la lectura en el país, había giras, investigaciones históricas, antropológicas, se organizó el archivo nacional, pero hacia el 2000 “empieza a romperse la cadena del libro” y del fomento a la lectura, los impulsos estatales mermaron y las editoriales como Guaymuras dejaron de percibir fondos internacionales de Hivos para las publicaciones. Esto ha llevado a muchos autores a autopromoverse, a autopublicarse, pero también a que nacieran nuevas formas de editar ante las carencias existentes.

Foto 11. Jorge Martínez en la cafetería de la UNAH. 2018.

Fuente: archivo personal

 

En la misma UNAH, pero esta vez asediada por gases lacrimógenos y enfrentamientos entre estudiantes y policías, conseguí hablar con Carlos Ordoñez. Él es poeta y editor de la editorial de la UNAH. Señala movimientos como Pez Dulce que editaba poesía y también País Poesible, colectivo de poetas con el que estuvo relacionado de manera “muy lateral”, participó con ellos en lecturas y presenció cómo organizaban bibliotecas ambulantes, además de que fueron de los primeros en querer armar festivales poéticos en Tegucigalpa, invitando a poetas de diversas nacionalidades. Recordó al colectivo estudiantil Máscara Suelta (2004-2014), título en honor a un poemario de Roberto Sosa, y también evocó grupos como Arlekín en San Pedro Sula, otros de la costa norte como Mimalapabra (2004-2006), caracterizado por mostrar bastante “beligerancia”, ser bastante crítico con lo que se producía en Tegucigalpa.

Para Carlos Ordoñez estas fueron iniciativas informales, espontáneas, amigos poetas con inquietudes literarias que tenían la necesidad de “validación”, lo cual obedecía a la pobre estructura cultural y política del país, pues al no haber instituciones que acercaran a los artistas y a los poetas a procesos de creación y de producción, tenían que ser los mismos escritores quienes debían llenar los vacíos ante la falta de iniciativas gubernamentales. Resulta una labor desgraciadamente infravalorada en la sociedad, pocos han logrado constituirse como una estructura visible en la cultura del país.

Foto 5. Galería de escritores hondureños. En la entrada de la Editorial de la UNAH, cuando fui a entrevistar a Carlos Ordoñez.

Fuente: Archivo personal

 

Con Magdiel Midence he conversado sobre poesía centroamericana gracias a la magia de la virtualidad, pero conocerlo en persona aún es una cuenta pendiente. Con todo, gracias la tecnología y a las redes sociales, contó que es editor, antologador de poesía, poeta y performer hondureño. Formó parte del taller de literatura "Edilberto Cardona Bulnes", entre 2004 y 2008; además de participar en el “Curso de estética literaria 2009”, seguimiento del primero. Ha conocido a grupos como País Poesible, el grupo literario Máscara Suelta o el taller de la Casa Tomada. Citó como referencias editoriales a JK Editores, Malàdive, Malpaso y Paradiso. Cerró diciendo que existen algunos concursos que fomentan la escritura, como los Juegos Florales de Octepeque o los Juegos Florales de Tegucigalpa.

Nicaragua

Logré encontrar 25 agrupaciones vinculadas con la producción poética, cinco de ellas funcionan desde el siglo pasado. En Nicaragua se imparten talleres literarios en espacios e instituciones a cargo de poetas, sin que lleven algún nombre en específico, más que el de la persona que lo imparte. Resulta una práctica extendida; por ello, es probable que muchos talleres de poetas no estén aquí presentes.

 

Cuadro 4. Agrupaciones de Nicaragua

Taller, círculo, grupo o colectivo literario

Período de actividad

Espacio

1.     Taller Literario y Escritura Creativa de Isolda Rodríguez

1972-2006

Universidad Nacional de Nicaragua UNAN

2.     Casa de los Tres Mundos

1999-actualidad

Granada

3.     Centro Nicaragüense de Escritores

Sin datos

Managua

4.     Taller de Creación Literaria de Iván Uriarte (Taller de la UNI)

1999-2018

Universidad de Ingeniería

5.     Proyecto Literario Literatosis

1999-2008

UCA

6.     Grupo Literario Mayagna

2000-¿?

Managua

7.     Taller Literario de Edgar Escobar Barba

2000-2015

Bibliotecas del Banco Central de Nicaragua – Manuagua, Matagalpa

8.     Asociación Nicaraguense de Escritoras

2000-actualidad

Managua. Todo el país

9.     Fundación Iberoamericana de las Culturas (FIBRAS)

2000-actualidad

Managua

10.  Marca Acme

2004

Sin datos

11.  Red Nicaragüense de Escritoras y Escritores

2006-¿?

Managua

12.  Fundación Esquipulas

2007-actualidad

Managua

13.  Horizonte de Palabras

2008?

Masaya

14.  Asociación de Jóvenes Creadores de Nicaragua

Sin datos

Sin datos

15.  Grupo Literario Los Karebarro

2009-2017

Universidad Nacional Agraria

16.  Taller Literario de Luis Alberto Ambroggio

2010-2011?

UNAN

17.  Grupo Heptágono

2010-2011

Matagalpa

18.  Grupo Litus

2010-2012

UCA

19.  Taller de Creación Literaria con Christian Santos

2011

Pinacoteca Banco Central

20.  Taller Literario de Timo Berger

Sin datos

Sin datos

21.  Taller Literario de Víctor Ruiz

Sin datos

Sin datos

22.  Taller Literario Javier González Blandino

2011-¿?

CNE

UNAN

23.  #Los2000

2012

Managua

24.  Grupo literario Signos del Río

2014

Sin datos

25.  Taller Literario de la Universidad Politécnica

Sin datos

Universidad Politécnica, Managua

 

Comencé a trabajar en la UCR de Guanacaste en 2014. La frontera con Nicaragua me quedaba a hora y media en bus. Resultaba más cercano alcanzar algún refugio nicaragüense que volver a la trinchera del Valle Central de Costa Rica. Viajar se convirtió en un mal de crecimiento profesional que la espalda se encargó de cobrarme años más tarde. Con todo, no me quejo: hacia mediados de setiembre, “me embarqué” –entiéndase a la tica– junto con el poeta Mainor González en la organización del I Encuentro Binacional de escritores Nicaragua-Costa Rica, por celebrarse en el Miniauditorio de la UCR en Liberia. Aquel contacto entre costarricenses y nicaragüenses también fue auspiciado por el poeta, ensayista y profesor Guillermo “Memo” Acuña, quien me trajo en carro desde Heredia hasta Liberia, y cuyas historias sobre la poesía de los 90, contadas a los 60 kilómetros por hora/paciencia con que conducía, algún día saldrán a la luz. 

En fin, aquel encuentro me permitió conocer personalmente fuerzas y dinámicas del sistema poético nicaragüense. Fue haciendo fila por una “olla de carne” en la soda de la U, bajo aquel calor demencial en Liberia, que terminé estrechando la mano de poetas nicaragüenses como Iván Uriarte, Nicolás Navas, Edgard Centeno, Tito Leyva, Rinaldo Evanks, Rommel Gutiérrez y Ariel Montoya.

Foto 12. Encuentro Binacional de Escritores Costa Rica – Nicaragua 2014. Se celebró en el Miniauditorio de la Universidad de Costa Rica en Liberia. Se puede apreciar a los nicaraguenses Frank Torres y Rinald Ebanks; Adriano Corrales, LauCo, Marco Tulio Gardela, Joan Brenes, de Costa Rica; e Iván Uriarte, de Managua, Nicaragua.

Fuente: archivo personal

 

Desde el lado de Nicaragua, Ariel organizó y realizó los contactos con los poetas nicaragüenses. Editor fundador del sello editorial "Decenio" y de la revista cultural del mismo nombre. También es periodista y ha fungido como presidente de las fundaciones Fibras (2000) y Esquipulas (2007) y como miembro fundador del Foro Nicaragüense de Cultura (2010). A través de un cuestionario digital, Montoya aseguró que “a través de mis propias iniciativas fui el autor intelectual de los primeros festivales internacionales de poesía desde 2004 hasta 2015”. Señaló que posteriormente han surgido otros festivales como el de Estelí (2015), producto de sus propios organizadores locales, y este estímulo en la creación de actividades es lo que buscaba.

Con Nicaragua, esta historia se ha escrito con fragmentos virtuales más que con la calurosa visita. Al menos cuando esta incluía la entrevista como objetivo prioritario, pues viajar por relajo no faltó. El escenario social y político se enturbió a raíz de las protestas por las reformas al seguro social en abril de 2018. Así que fue difícil volver para conversar sobre temas de poesía centroamericana; por suerte, había hecho grabaciones de entrevistas con escritores durante el FIPG, el último realizado antes de que subiera la presión. Los días han cambiado, por la pandemia muchísimas de las actividades que otrora hacíamos presenciales –y sabíamos que la esencia estaba en el contacto– han cedido a la remota facilidad de la tecnología.

Había escuchado hablar de Carlos M. Castro, poeta, editor y ensayista nicaragüense, me lo habían recomendado de manera recurrente, así que le escribí por correo y por redes. Carlos lleva varios años viviendo lejos de su natal Nicaragua, pero se conoce bien el escenario. Relató que a partir de 2005 (o 2006), mientras cursaba el segundo (o tercer) año de ingeniería industrial en la Universidad Nacional de Ingeniería, en Managua, asistió al taller de creación literaria de Iván Uriarte (1999-2018); unos siete o nueve concurrentes atendieron sus lecciones una o dos veces por semana durante por lo menos dos años. Como resultado de este proceso formativo, la universidad publicó en 2007 la antología “Círculo caótico”, con poemas de Rommel Cruz, Frances Dallatorre, José López Vásquez, Cristopher Miranda, Delena Arias, Baltazar Ibarra y del propio Castro.

Luego conoció, por intermediación de López Vásquez, a Mario Martz, por entonces estudiaba Banca y Finanzas en la Universidad Politécnica de Nicaragua. Con él y otros del taller de la UNI reorganizaron un colectivo al que pertenecía Martz, llamado Voces Nocturnas (2007-2009), y editaron una revista del mismo nombre, de la cual se imprimieron cinco números hasta 2009. Además, mantuvieron un sitio web y organizaron recitales en varios escenarios del país como Managua, León, Matagalpa, Estelí y Masaya.

Castro entró en relación con poetas como Víctor Ruiz, Francisco Ruiz Udiel, Alejandra Sequeira y Madeline Mendieta. Ruiz Udiel, que hacía las relaciones públicas del Centro Nicaragüense de Escritores, tuvo cierta influencia para que esta institución organizara talleres de formación literaria de corta duración. El primero de ellos, a finales de 2009, estuvo a cargo de Anastasio Lovo y con él conoció a otros escritores de su “generación” como Luis Báez, Johann Bonilla y Marcel Jaentschke, con quienes al año siguiente lanzaron el proyecto Soma (2010-2015), que incluía la edición de una revista electrónica, la organización de talleres y la publicación de libros (contaban con apoyo financiero de la fundación Hivos).

Entre las fuerzas de poetas presentes en el medio, distinguió el nombre de Iván Uriarte, además de añadir a otros como los desaparecidos Francisco Ruiz Udiel y Juárez Polanco. También mencionó a Francisco de Asís Fernández y Gloria Gabuardi, principales artífices del Festival de Granada. Señaló espacios que contribuyeron a generar movimiento, por ejemplo, el trabajo realizado por Madeline Mendieta en el Banco Central de Nicaragua, que organizaba lecturas semanales y luego en la Biblioteca Bertolt Brecht, donde también propició la oferta de talleres y escenarios de lecturas. Por su parte, Estela Calderón organizó los simposios Rubén Darío en León (2002-2012). Otro poeta que según Castro abrió espacios formativos fue Víctor Ruiz, quien en la UNAN-Managua ha “cuasi-institucionalizado” un taller de poesía al que han asistido varios de los ahora poetas emergentes nicaragüenses, por ejemplo, Aldo Vásquez o Andrés Moreira.

Foto 13. Las lecturas en el Festival Internacional de Poesía de Granada podían ser verdaderos espectáculos multitudinarios. Una gran recurrencia llegaba a las actividades especiales, entre ellas un carnaval poético, en el que los poetas invitados al festival leían en una caravana por la ciudad.

Fuente: archivo personal

 

Por referencias de dos Carlos importantes en la poesía actual nicaragüense –Castro y Calero, residente este último en Costa Rica– fue que contacté virtualmente a Madeline Mendieta. Ella es una poeta y promotora cultural nicaragüense. Ha formado parte del Centro Nicaragüense de Escritores, la Asociación Nicaragüense de Escritoras (2000), del Festival Internacional de Poesía de Granada (2004), PEN-Internacional-capítulo Nicaragua (2000), además de participar en talleres poéticos en la Biblioteca del Banco Central de Nicaragua y la Biblioteca Alemana-Nicaragüense y haber coordinado y participado en recitales, talleres e iniciativas de colectivos independientes. Ha conocido, además, otros colectivos como Círculo Literario del Adulto Mayor (2011) y los Talleres de Fomento de Lectura del Foro Nicaragüense de Cultura, Libros para niños, talleres de creación de la Asociación Interdisciplinaria Cultural.

Según Mendieta, el circuito literario varió durante los primeros quince años del siglo, sin embargo, fueron referentes culturales instituciones como: El Instituto de Cultura, promoviendo lecturas, publicaciones y ferias de libros. En el Festival Internacional de Poesía de Granada, que puso como “escenario principal la ciudad”, se realizaban lecturas en los atrios de las iglesias, las calles, las plazas, los centros escolares y las universidades. También destacó las universidades por su proyección en la literatura: la Universidad Centroamericana (UCA), la Universidad Autónoma de Nicaragua (UNAM), en sus diferentes filiales regionales; la Universidad Americana (UAM); la Universidad Católica. También mencionó a la Casa de los Tres Mundos, en Granada, y el Paraninfo, en ciudad de León.

Al nombrar Carlos el proyecto Soma, recordé al multifacético Marcel Jaentschket, quien trabajó como editor de dos secciones de la extinta revista Soma, junto a Luis Báez, Johann Bonilla, Carlos M. Castro, y que teníamos por amigo en común a Luis Chacón. Pude conocerlo en Granada, durante la celebración del Festival, y en una pausa entre tantas actividades, tuvimos la ocasión de conversar. Nos contó que un gran acercamiento a la poesía fue cuando cursó dos talleres de creación literaria en el Centro Nicaragüense de Escritores, en residencia con Ernesto Cardenal; el primero, impartido por Anastasio Lovo y el segundo, por Julio Valle-Castillo. Ha participado como poeta invitado en el FIPG en el 2015-2016, organización para la cual ha laborado anteriormente, desempeñándose como traductor de inglés/italiano.

En las calzadas tuve la oportunidad de cruzarme con poetas jóvenes nicaragüenses con mucho qué contar, ¿un ejemplo? Rinaldo Evanks (que casi me mata de un susto en Granada), a quien conocí en Guanacaste; a la par de Frank Torres, poeta metalero de Managua con su banda Nawal.  María Fernanda Zeledón y Ernesto Valle estuvieron por allí, los conocí en la misma mesa que a Gerardo González, poeta y profesor guatemalteco.  María Fernanda es investigadora graduada de Filosofía y Humanidades, actualmente trabaja en crítica literaria y estudia en México. Ganó en 2011 el Premio Nacional de Literatura Joven Leonel Rugama, que le sirvió para conocer a “chavalos” de su edad interesados en la escritura. Sin embargo, su libro nunca salió a la luz, por lo que expresó que “desgraciadamente, no sé si es que no hay fondos para hacer las publicaciones de los poemarios de los trabajos que ganan este premio”. Cuenta que el libro ganador surgió de una serie de talleres a los que asistió, donde tuvo sus primeros acercamientos al proceso creativo, aunque en cuanto a la lectura pasó un proceso de formación autodidacta en literatura desde muy joven.

Le consultamos sobre los grupos con los que se ha vinculado, respondió que puede hablar de un sinnúmero de personas porque “son espacios que por lo general se llenan mucho, son bastante populares”. Habló específicamente de los talleres de la UNAN, impartidos por los profesores Javier González y Víctor Ruiz. Sin embargo, el grupo con el que convivió más fue el de Yader Velázquez, miembro de la revista Álastor, luego con Fátima Villalta, Ernesto Valle y Berman Bans.

Foto 14. María Fernanda Zeledón en Granada, Nicaragua. Entrevista entre celebraciones del FIPG, allá por el 2018.

Fuente: archivo personal

 

Ernesto Valle Moreno se dedica a la crítica literaria, la publicidad y el cine; además, tiene una maestría en Estudios Culturales. Ha participado en el concurso de poesía joven Leonel Rugama, resultando ganador, pero sin que fuera publicado. Escribe colaboraciones para revistas. Su padre, Julio Valle, es poeta; en su casa “nunca han faltado los libros”. También ha tenido contacto con Ernesto Cardenal, llevan el mismo nombre por filiación poética. Expresó que se ha apegado a los aportes de su literatura y a “las seis reglas de Pound” que Cardenal propuso para sus talleres. Participó en el taller de Víctor Ruiz en la UNAN. Mencionó los talleres de la UNI de Iván Uriarte y un taller en la UCA llamado Literatosis (1999-2008), donde estaban Francisco Ruiz Udiel, José Adiak Montoya y Consuelo Mora, nacido a petición de la oficina de Cultura de la UCA, a cargo de Cristian Santos. Citó también los talleres del CNE con tres escritores específicos: Erick Aguirre, Julio Valle Castillo y Carlos Pérez.

  

Costa Rica

En Costa Rica, se encontraron 41 agrupaciones relacionadas con la poesía, diez funcionan desde el siglo pasado.

 

Cuadro 5. Agrupaciones de Costa Rica

 Taller, círculo, grupo o colectivo literario

Período de actividad

Espacio

1.     Círculo de Poetas Costarricenses

1961-actualidad

San José. Turrialba

2.     Centro Literario de Guanacaste

1974-actualidad

Guanacaste

3.     Sociedad de Poetas Cartagineses

1980-actualidad

Cartago

4.     Comunidad de Autores Turrialbeños

1985-actualidad

Turrialba

5.     Taller Literario Rafael Estrada

1991-actualidad

San Ramón

6.     Asociación Cultural El Guapinol

1993-actualidad

Belén, Heredia.

7.     Asociación de Escritores y Editores de Pérez Zeledón

1995-actualidad

Pérez Zeledón

8.     Grupo Literario la Enésima Silla

1997-2002

Cartago

9.     Grupo Estudio Poiesis

1998-2002

San José

10.  Taller Literario Don Chico

1999-actualidad

San José

11.  Asociación de Escritoras Costarricenses

2000-actualidad

San José

12.  Taller Literario Netzahualcóyotl 

2000-2009

Heredia

13.  Taller La Merula del Mango

2000-2003

Alajuela

14.  Taller Literario de la Universidad Nacional

2000-actualidad

Universidad Nacional, Heredia

15.  Fundación Casa de Poesía

2001-actualidad

San José

16.  Taller Literario de la Universidad Estatal a Distancia

2001-actualidad

UNED, Turrialba

17.  Taller Literario Libertad Bajo Palabra

2001-2009

San José

18.  Taller Literario del Centro Penitenciario La Reforma

2002-2006

Centro de Atención Institucional La Reforma

19.  Colectivo Calufa

2003-2010

Alajuela

20.  Taller Literario de Julieta Dobles – Universidad de Costa Rica

2004- ?

Universidad de Costa Rica

21.  Taller Literario Pintores de Palabras

¿?

Alajuela

22.  Taller Literario de Abangares

2005-2016

Abangares

23.  Taller Literario Elipsis

¿2006-2007?

Universidad de Costa Rica, San José

24.  Taller de Escritura Artesanal con Luis Chaves

2006-2016

San José. Diversos espacios.

25.  Grupo Literario Poiesis

2007–actualidad

San José

26.  Taller Literario Miércoles de Poesía

2007-actualidad

Tecnológica de Costa Rica. Barrio Amón, San José

27.  Taller “Cosechando al otro lado del sol”

2008-actualidad

CAI Reforma

28.  Taller Literario Litarsis

2010-2011

Heredia

29.  Taller Literario Alajuelense

2010-actualidad

Alajuela – Museo Juan Santamaría

30.  Taller Literario Colectivo Carbunco

2010-actualidad

Grecia

31.  Programa de Fomento a las Artes Literarias

2012-2013

San José. Espacio Cultural Carmen Naranjo.

32.  Grupo Literario Ceniza Huetar

2012-actualidad

San Ramón

33.  Taller Literario Palabras Libres

2013-2015

CAI Buen Pastor

34.  Taller Literario Joaquín Gutiérrez

2013-actualidad

Universidad de Costa Rica. San José.

35.  Taller-Laboratorio Tráfico de influencias 

2013-actualidad

San José. Diversos espacios

36.  Taller Literario Antitaller Anti

2014

San José. Espacio Cultural Carmen Naranjo.

37.  Taller Literario Los Come Libros

2014-actualidad

Pérez Zeledón

38.  Taller Literario Vertedero Satélite

2014?- actualidad

Heredia

39.  Slam Poetry CR

2014-actualidad

San José

40.  Taller de las seis

2014-2017

Liberia

41.  Casa Palabra

2015-actualidad

San José.

 

Andando por el Parque Nacional. La Aduana. La línea del tren. Seguís caminando, después del Buenos Aires, justo vas llegando a Escalante. Aventúrate. Ahí queda el hotel. Ahí queda el restaurante. Ahí queda el taller.

Luna Roja era nombre recurrente hacía años en el mapa de actividades poéticas. Allí me vi con Cristian Marcelo, al primero al que le puse el lente encima en Costa Rica. Peinado fijo, catalejos puestos. Es profesor de español, poeta y crítico literario. Perteneció durante la década de 1990 al “legendario” taller de Francisco Zúñiga Díaz, donde estuvo por siete años y se dedicó a dirigir las publicaciones del grupo. Entre quienes integraron este espacio citó a William Flores, William Garbanzo, Delia McDonald, Alfredo Trejos, Gerardo Cerdas, Fernando Hernández, Máinor González, Minor Piedra y Elliette Ramírez, principalmente aquellos que “publicaron dentro del grupo”, algunos continuaron activamente, otros de manera esporádica.

Foto 15: Cristian Marcelo en el Hotel Luna Roja, 2017. Un cuadro de la ciudad de San José al fondo. Una mente que ha trazado coordenadas polémicas sobre la poesía de Costa Rica.

Fuente: archivo personal.

 

Comentó que por aquella época había otros grupos, como el Círculo de Lectores Costarricenses, el Eunice Odio, el Taller de los Lunes, el taller Rafael Estrada en San Ramón y el “taller de Liberia”. Notamos cómo para este poeta la mirada hacia los talleres de la década de los 90 dice mucho también de los que se formarían en el siglo XXI: aquellos poetas buscaron nuevos caminos, solitarios o asociándose con otros, ese caudal alimentó las dinámicas y estratos del sistema del siglo XXI. Aunque Cristian Marcelo se “retiró” por un buen tiempo del ambiente literario, se ha preocupado por recolectar los libros de “poetas olvidados”, así como publicaciones que se han realizado en el país y suelen hundirse en el mar del olvido. En resumen, es un estudioso de la poesía costarricense y en su blog “Los 7 ahorcados” ha dado cuenta de autores y libros no tratados.

Como al igual que Cristian en mi vida secreta soy profe, le había puesto una misión a un grupo de investigación: “maes, averiguenme una vara, ¿cómo es la promoción de la literatura en San José?”. Tenían que filmar un corto. Hicimos una gira a la Feria del Libro, en la Antigua Aduana. Se pusieron a grabar y entrevistar. Paola Valverde baila en el escenario de la feria como sobre un ring. Es poeta, productora y empresaria costarricense, desde muy joven ha coordinado talleres literarios en centros penitenciarios; también participó en talleres como Libertad bajo palabra con poetas como Alejandro Cordero, Diego Mora, Diego Piedra y David Cruz, entre otros, y que al principio tuvo a Adriano Corrales como director. Además, fue parte de la producción del FIPCR durante varias ediciones, es copropietaria –junto con el poeta y escritor Dennis Ávila–  del Café Literario Rayuela y del bar El Lobo Estepario, espacios que se han convertido en sede de cientos de actividades poéticas y artísticas, así como centro de reunión de escritores y presentaciones de libros.

Señaló a Norberto Salinas y a Rodolfo Dadá como los grandes iniciadores del Festival Internacional de Poesía de Costa Rica, posteriormente Julieta Dobles se integró, quienes le hicieron preguntarse sobre los eventos de poesía: “¿por qué hacerlo solo en San José? ¿por qué no salir a otras provincias?”. Afirmó que le encantaba un proyecto como el FIPCR porque descentralizaba la poesía, la llevaba a otras comunidades y a otros espacios.

Una montaña de chifrijos a nuestra espalda. También las calles nocturnas, viendo a ratas atoradas entre huecos. Con Jonatan Lépiz fui comprendiendo qué de ilusión, qué de antropófaga podía ser la poesía. Fuera en los buses de la U, en la Biblioteca de Heredia, en la librería de Alfredo, en las Delicias, tallereamos como si no hubiera alternativa. Es escritor, editor y director de Ediciones Espiral. Comenzó en talleres literarios desde el 2000 y estuvo “muy metido” en ellos hasta el 2007. Mencionó que en el 2000 fundaron el taller literario Netzahualcóyotl, ubicado en la librería de Alfredo Montero en Heredia, quien había participado en los talleres de Chico Zúñiga en San José.

Al inicio, integraban el taller Alfredo Montero, Mario Vidal, Esteban Alonso Ramírez, Eugenio Corea y Eugenia Abadía. Se reunían una vez por semana, a veces más, leían, compartían lecturas, hacían experimentos. Con el tiempo fueron organizando actividades, por ejemplo, en el Café Quimera y Rockabar. Se fue integrando más gente: Esteban Gutiérrez, Esteban Aguilar, Esteban Paniagua, Sebastián Arce, Sebastián Miranda, Alberto Arce, Jonatan Castro y Julián Cambronero. Y entonces llegaron las hermanas Quintero: Carolina y Carmen. Recordó también “figuras satelitales” del taller, como Selene Fallas, Angélica Murillo y David López, este publicaba junto con Jonatan Castro y Alberto Arce una revista llamada La culpa la tiene Hollywood. Llamó “segunda etapa del taller” a lo que vendría después del 2005: comenzaron vínculos con el taller de Belén, del Guapinol, donde estaban Guillermo Barquero, Luis Fernando Aguilar, Warren Ulloa y Danilo Pérez. Hacían visitas entre sí, por lo que Lépiz afirmó que “El taller se enriqueció mucho con todo esto”.

Foto 16. Durante el Festival Internacional de Poesía de Costa Rica. 2011. Lectura en el Auditorio de la Universidad Nacional Autónoma de Costa Rica (UNA). Jonatan Lépiz, de Costa Rica, lee los poemas en español del poeta brasileño Ledo Ivo.

Fuente: Archivo personal

 

En 2005, el taller coordinó por primera vez la sede en Heredia del FIPCR, que tenía a la cabeza a Norberto Salinas. Por estas redes comenzaron a conocer a poetas de Centroamérica, lo cual ayudó “a la discusión sobre la poesía, la literatura, sobre redes de trabajo”. Hubo contacto con Marvin García, Julio Serrano, Javier Payeras y Pablo Bromo, de Guatemala, que han sido un “epicentro de contactos”; pero también en Honduras conectaron con Mayra Oyuela y Fabricio Estrada, y en Nicaragua con Francisco Ruiz Udiel y con su revista; además, conocieron poetas “ya mayores” como Juan Cameron, Juan Gelman, Juan Bañuelos y Raúl Zurita, grandes en la órbita del FIPCR.

En 2010, creó Ediciones Espiral con Alberto Arce y Esteban Aguilar. Ese mismo año se conformó una red editorial: junto a Espiral también se fundaron Lanzallamas, por Juan Murillo y Guillermo Barquero; Germinal, de Juan Hernández. Juntas participaron en la Feria Internacional del Libro y cada una de las editoriales empezó a crear su catálogo, siguiendo parámetros precisos: Espiral, poesía; Lanzallamas, narrativa; Germinal, poesía, novela, cuento, ensayo, aglutinó más el mercado sin especializarse en un solo tipo de literatura. Fue una gran apuesta por los lectores la de estas tres editoriales.

Creo que la primera vez que vi a Norberto fue durante las actividades de Juglares en la Casa de la Cultura de Heredia. A pesar de que su doctrina reza que no hay que explicar los poemas, le falta sendero a quién no haya escuchado la historia del saco de guacamayas que Norberto les decomisó a unos cazadores furtivos. Ya rodaba el FIPCR, él era el director y se conocía el escenario. Según me contó vía telefónica, el festival surgió, por un lado, porque Fernando Rendón del FIP de Medellín les sugirió crear un festival en Costa Rica que pudiera transformar la realidad, “transformar a un país”, a través de la cultura. Por otro lado, aseveró que fue un proyecto que nació de una promesa de Dadá y Norberto a los escritores Fabián Dobles y Joaquín Gutiérrez, por lo que afirmó que el festival “no es un proyecto casual”.

Foto 18. Julieta Dobles durante la clausura del FIPCR.

Fuente: archivo personal

 

El festival se dio a la tarea de darle participación a todos los grupos, talleres o poetas, incluso gente que tenía posturas encontradas en el país. Explicó que, por ejemplo, consiguieron que Julieta Dobles y Alfonso Chase leyeran juntos de nuevo, o lograron reunir el “sector de Chase” con los talleres de Laureano Albán y su “trascendentalismo”.  Pero su intención principal era que los escritores, sobre todo los jóvenes, pudieran “codearse con grandes poetas”, pues antes solo los escritores que podían salir del país y participar en eventos internacionales tenían esta posibilidad. Además, aseguró que las librerías traían poca poesía de escritores importantes contemporáneos, por lo que la publicación y venta a precio de costo de los libros de los poetas invitados al festival ha sido un aporte importante para la cultura del país.

Con Julieta Dobles matriculé un taller literario cuando estaba en la Universidad, allá en el año del caldo c.c. 2006. La verdad que fue bien relajado y ya me iba acostumbrando a que en los pabellones de Generales hubiera poesía. Ella es una poeta, gestora y profesora universitaria, ya pensionada. Ha participado en redes como la Asociación de Escritoras Costarricenses (ACE, 2000), que se dedica a visibilizar la obra literaria de las mujeres en el país; el Círculo de Poetas Costarricenses, en donde recibió talleres desde que fue fundado por Jorge Debravo y Laureano Albán el siglo pasado, se formó allí y luego se convirtió en tallerista, apoyando al desaparecido poeta turrialbeño Laureano Albán. También es parte de Poiesis, fundado en 2008 por el poeta Ronald Bonilla; de la Academia Costarricense de la Lengua, que promueve la enseñanza de la literatura y de la lengua, principalmente para profesores; finalmente, Julieta es miembro de la Fundación Casa de Poesía, entidad organizadora del FIPCR.

Cierta vez, en el árbol de Guanacaste que hay en la pura calle de barrio Condega, en Liberia, divisé con la poeta oaxaqueña Natalia Toledo una lechuza blanca a medio día. Ocurre en Guanacaste que a menudo la naturaleza es significante en tu inconsciente. Años después, Ligia Zúñiga me llevó a que la entrevistara a la sombra de aquel árbol. Hacía un ventolero que ni les cuento. Ligia es poeta, escritora y gestora cultural de Guanacaste. Ha sido parte de la Asociación Nacional de Escritores y ha participado desde principios de la década de 1980 con el Centro Literario de Guanacaste (creado en 1974), invitada por Marco Tulio Gardela, presidente de este centro literario desde su fundación.

Indicó que “hay revistas del Centro Literario en muchas bibliotecas latinoamericanas”, como Hojas de Guanacaste, financiadas por el ex embajador de Argentina Rubén Vela, también poeta. Afirmó que el Centro ha tenido contacto con el resto del país y con poetas que han llegado al FIPCR. Las universidades como la UCR o la UNA han organizado actividades con el Centro, forjando redes y fomentando el arte literario. El Centro Literario también ha participado en la semana cultural de Liberia y en la de los cantones aledaños (las Juntas de Abangares y en Santa Cruz). En el Museo de Guanacaste, ha gestionado actividades poéticas y de narrativa. Explicó que la publicación en Guanacaste es difícil porque es cara, hay obra poética de escritores que no se ha editado y factores como las labores cotidianas y el trabajo no permiten que los poetas pongan por encima de todo su obra literaria.

Foto 18. Ligia Zúñiga debajo del árbol de Guanacaste en Barrio Condega, Liberia. 2017.

Fuente: archivo personal

 

Gustavo Adolfo Chaves es escritor, traductor y editor. Su familia vive en la calle que baja al cementerio de Heredia. ¿Qué herediano con dotes de escritor no se ha grabado en ese mausoleo? A su casa fui a entrevistarlo. Su tía había preparado un picadillo de papaya que no era jugando. Sentado en el jardín de su casa, Gustavo nos cuenta que las principales redes en las que ha participado son el proyecto internacional Afinidades Selectivas, en el cual trabajó por casi cuatro años con Silvia Piranesi. Después como librero en Libros Duluoz tuvo otra forma de conectar, sobre todo a nivel editorial, con diferentes esfuerzos editoriales y autores de Centroamérica y de Costa Rica. Como lector, creció leyendo Los amigos de lo ajeno, la revista que Ana Wajszczuk y Luis Chaves editaban en Costa Rica a finales de los noventa y principios de 2000.

Por ello, manifestó que fue “una educación de autores” muy distintos de los que venía leyendo. Estudió literatura, tenía un bagaje “un poco más clásico, más académico, más de las vanguardias de los años sesenta para atrás y la poesía contemporánea “la ignoraba bastante”, así que una manera de acercarse a nuevos autores fue, sobre todo, con Los Amigos de lo Ajeno. Gustavo se marchó a Estados Unidos a estudiar durante cinco años, pasó siempre conectado con la actividad literaria, regresó y en el 2010 abrió Libros Duluoz con Andrea Mickus.

Foto 19. Conversatorio “¿Existe la crítica literaria en Costa Rica?”. Casa Cultural Omar Dengo. Heredia. 2015. De izquierda a derecha: Gustavo Solorzano, Norberto Salinas, Esteban Aguilar, Gustavo Adolfo Chaves y Cristian Marcelo.

Fuente: archivo personal

 

Sin duda, uno de los fenómenos editoriales de este siglo en Centroamérica ha sido Luis Chaves. Ha andado, escrito y publicado por diversos países y distintas lenguas. A su casa en San José me fui a grabarlo. Luis Chaves es poeta, tallerista y bloguero costarricense. Mantiene el blog Tetrabrik desde 2004 y fue uno de los editores de la revista digital Los amigos de lo ajeno (1998-2004). Conoció a integrantes del Taller Octubre Alfil 4, durante los años 90, en donde recordó a poetas como Mauricio Molina, Esteban Ureña y Alfredo Trejos, quien continuó con talleres literarios más adelante. Luego de pasar un tiempo fuera del país, Luis Chaves regresó a Costa Rica en 2006 y abrió, con “intermitencias”, el Taller de Escritura Artesanal, y más recientemente cambió el nombre a Taller de Escritura Artificial, como un juego y porque le gustan los nombres “exagerados”. Sabe de talleres como el Joaquín Gutiérrez y los Comelibros en Pérez Zeledón.

Luis opinó que la literatura es un ejercicio individual, un oficio que “llama al trabajo en solitario”, por lo que los talleres tienen una función en algún momento específico de la vida, se relacionan con una edad, con una necesidad de enfrentar textos con la mirada y lectura de otras personas, pero que no son espacios para permanecer allí, pues “es como estar yendo a un psicólogo toda la vida, algo no está funcionando”. No cree que funcione un grupo que esté junto siempre.

Explicó que, a nivel editorial, un caso destacable ha sido Perro Azul, que a finales de los 90 le abrió la puerta a autores jóvenes que comenzaban a publicar. Después señaló a Germinal, Espiral, Arlekín y Arboleda. A nivel estatal, mencionó la colección de la EUNED que se “ha remozado” con los años. Fuera del país, destacó 400 elefantes en Nicaragua, con quienes tuvo mucha relación a finales de los 90, y nombró también a Catafixia, en Guatemala.

En la feria del libro entrevistamos, entre precisas y mares de gente, a Juan Hernández. No había cómo perderlo con aquella barba y su verbo rápido y ágil. Fue editor de la desaparecida Germinal, que nació siendo una librería en 2007 y se volvió una editorial en 2010. Señaló que los retos que ha enfrentado en Costa Rica es la ausencia de un “mercado editorial claro”, a nivel independiente, aunque a nivel institucional sí existe, pero con requisitos y políticas propias del Estado que da su aval de publicación, además de que se trata de ediciones subvencionadas. Las independientes publican propuestas y temáticas diversas que no aprobarían en los consejos estatales o académicos, como sucede con las editoriales universitarias que se centran mayoritariamente en lo científico o divulgativo. Las independientes tienen un énfasis en poesía, cuento, novela, crónica, traducción y ensayo, pero no en lo académico.

Con su editorial, Hernández logró conectar con escritores de Latinoamérica y Europa, en diversos géneros, y en la poesía les dio oportunidad de publicar a quienes no eran “avalados” por las editoriales estatales, costarricenses o de otras latitudes que no accedían a los medios institucionalizados y que además aportaban estéticas transgresoras o propositivas; se preocupaba, además, por la parte estética del producto, del libro.

Un caso diferente en los repertorios es el del Spoken Word. Queen Nzinga Maxwell es artista de Spoken Word y Dub, dos formas de poesía oral, además de pintora y escritora. Nos explicó que el mayor reto en la promoción ha sido que el tipo de arte que ella realiza es poco conocido, el Spoken Word es más prolífico en grandes ciudades como Nueva York, Londres y París, pero introducirlo en Costa Rica ha sido un gran reto. Abrió el programa “Oralidad Poética” y se han promocionado por redes sociales y de “boca en boca”. Se trata de un arte pensado como “espectáculo”, así que cobran entrada, nada común en eventos poéticos.

Foto 20. Queen Nzinga Maxwell. Feria Internacional de Libro de Costa Rica. Casa del Cuño, Antigua Aduana.

Fuente: archivo personal

 

Mencionó que el arte literario se ha movido más en San José que en otras provincias, se promovido dentro del Gran Área Metropolitana, pues es más sencillo movilizarse, en vista de que son eventos nocturnos. Tanto el “Spoken Word”, el “Slam Poetry” y la oralidad son tendencias poéticas que se percibían en crecimiento en Costa Rica y en el resto de Centroamérica.

 

  1. El viaje por el sistema no concluye, continua…

Para describir la interacción de las fuerzas y redes culturales, demarqué tres dimensiones para imaginar las coordenadas de los colectivos propuestos: nombre, tiempo y espacio. Esto lo pudieron ver en la disposición de los cuadros. El nombre les dota de una identidad; el tiempo, un momento estimado de cuándo sucedían; el espacio, los lugares que compartían, las relaciones que se tejían. Entre estos tres elementos, el movimiento siempre está presente, la velocidad de las fuerzas, que son todas estas personas que se reúnen para juntar esfuerzos, por movilizar la poesía. Las fuerzas pueden comenzar a moverse en diferentes direcciones, cruzar fronteras nacionales, establecer vínculos trasnacionales y transmediales.

Entre 2000 y 2015, el sistema poético centroamericano sostuvo una dinámica en/entre los países escogidos, a través de diferentes fuerzas que se vincularon como redes culturales de trabajo. Gran cantidad de formas de organización florecieron, con ello nuevas funciones y especializaciones por parte de los participantes se han vuelto necesarias y han diversificado el espectro de posibilidades del estudio poético.

            Quizás sobre este último aspecto sea necesario reflexionar: el sistema poético se sostiene abierto, dinámico y heterogéneo. Me parece que tal aspecto es indiscutible, en vista de la cantidad de grupos presentes. Que desde nuestra posición particular nos guste que tenga este carácter o consideremos que sea por los medios estéticos correctos, debidos y necesarios, es otro asunto. Siempre están los que piensan que no debería publicarse tanto o no debería prestársele atención a ciertos poetas y talleres. Siempre están quienes consideran que unos sí son poetas y otros no. Siempre están quienes celebran que salga un libro nuevo en una editorial emergente. Siempre hay quienes se notan mayormente molestos o desinteresados por publicaciones nuevas. Dentro del orden de los sistemas culturales, no todos están contentos con que haya otras agrupaciones diferentes realizando actividades. Quizás sea intolerancia, es cierto, pero quizás también es necesario detenerse a reflexionar: ¿hacia qué objetivos enfocamos nuestra energía?, ¿cuál es el fin del movimiento? ¿cuáles temas y mecanismos de cooperación y discusión de experiencias comunes podemos establecer?

            Otra pregunta por hacerse: ¿podemos considerar la poesía en Centroamérica como una industria cultural? Desafortunadamente, nos faltan números para poder dar cuenta de ello. Las editoriales, por poner un caso, de tanto funcionar de manera artesanal y altamente automotivada, no guardan cuentas precisas de si hay ganancias o pérdidas y tampoco hay organizaciones que estudien el caso. Han trabajado con subvenciones de organismos internacionales, con dinero propio, ofreciendo servicios de edición y de publicación, trabajando por cambiar las cosas dentro de las editoriales estatales… Pero en general mucho se hace por puro amor, no como un negocio, excepto aquellos que se han establecido expresamente para ello. Mi impresión es que hay una gran veta de capital simbólico y económico en este nicho de actividad cultural, pero se requiere especialización de mercado. Ganarse la vida expresamente de la poesía es una proeza que no cualquiera logra. Hay que conectar muchísimas labores en medio. Por ello, entre los entrevistados, no pocas veces la poesía se esboza como un camino espiritual en Centroamérica.

Foto 21. Carmen Lucía Alvarado y Luis Méndez Salinas presentan una antología poética del grupo Nuevo Signo, de finales de los 60, durante la Feria Internacional del Libro en Guatemala, 2018. A la derecha, Francisco Morales Santos, quien fuera integrante de este grupo y posteriormente director por muchos años de Editorial Cultura.

Fuente: archivo personal.

 

Lo que he expuesto no ha sido una descripción enfocada principalmente en los nombres propios de las personas, me he centrado en la “composición” de las fuerzas y redes para resaltar las formas y modalidades a partir de las cuales se organizan y trabajan, los diferentes tipos de producciones, repertorios e instituciones que se pueden localizar en el sistema poético centroamericano.

Quizás sea una ultracorrección que he desplegado durante esta investigación: el ámbito de la poesía, su estudio e historia, está atravesado por la figura del “poeta” como uno de sus principales bastiones; esta figura, que puede semejarse a la de autor, escritor, artista o genio o dios en la literatura, artes y cultura en general, implica erigir (todavía de manera romántica) al productor y su arte por sobre todas las demás instancias vinculadas. Rubén Darío, desde un punto de vista casi mitológico, y Ernesto Cardenal, en lo sagrado, son dos figuras emblemáticas nicaragüenses y centroamericanas que dan prueba de la forma en que se ha endiosado la poesía.   

Las realidades e intersecciones culturales, de género, étnicas, lingüísticas, históricas e incluso tecnológicas, tienen una alta cuota de incidencia en el sistema, en las producciones que recibimos, en las tradiciones que se continúan o que empiezan a variar, y en los nombres de los escritores publicados. Las poetas aún luchan por insertarse en un medio hostil, machista y racista, desigual tanto en número como en el acceso a actividades, recursos, publicaciones, difusión y legitimación. Todavía toca emprender un acercamiento e inclusión de las literaturas con temáticas y estéticas LGBTIQ, o que estén escritas en otras lenguas que no sean el castellano, como el inglés, el creole, el garífuna, las lenguas que guardan poesía en narración oral, como los malekus en Costa Rica; o que impliquen códigos culturales y estéticos silenciados e ignorados por la institucionalidad, como los poetas mayas, garífunas y afrocaribeños. 

La poesía en Centroamérica tiene material humano y artístico para potenciar su sistema tanto dentro de nuestra propia mirada como fuera de la región, pero hay que reconocer las necesidades del nuevo siglo y procurar la renovación de las políticas culturales. La visibilización vigente y coherente de la poesía con las realidades que atravesamos y que están por venir. Quizás tomar el presente con manos solidarias y concientizadas nos brinde mejores resultados para sembrar las semillas del futuro, en este sistema de poesía que tanto amamos. 

 

 Referencias bibliográficas

 

Brun, J.; Tejero, J. y Ledo, P. (2008). Redes culturales. Claves para sobrevivir en la globalización. Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo.

Even-Zohar, I. (2007). Polisistemas de cultura. Universidad de Tel Aviv.

Mackenbach, W. (2008). “Introducción”. En Mackenbach (comp.). Intersecciones y Transgresiones. Propuestas Para Una Historiografía Literaria en Centroamérica - Tomo I (ix-xxix). F & G Editores

Ortega, F. (2012). Redes culturales. Un intercambio internacional para la descentralización del arte y la equidad en Chile: Redesearte Paz, un modelo metodológico de red para los centros culturales a lo largo del país. (Tesis de Maestría). Universidad de Chile.

 


NOTAS 

[1] A pesar de la extensión de este ensayo, hemos decidido publicarlo debido a su importancia para las letras centroamericanas y a la constante colaboración de Sebastián Arce Oses con nuestra revista literaria.

[2] Poeta y narrador. Ha sido profesor de literatura en la Universidad de Costa Rica. Ha publicado los poemarios Emigrar hacia la Nada, Variantes de una herida y La grieta en el espejo. Entre sus publicaciones, aparece en la antología de poesía centroamericana Deudas de sangre (2015), reunida por Magdiel Midence; varios de sus microrrelatos han sido publicados en la Antología iberoamericana de microcuento, compilada por Homero Carvalho (2017, Editorial Torre de papel) y es autor del libro de relatos Vértigo (2022). Actualmente realiza estudios de doctorado en Québec, Canadá.

 

[3] Considero que, de profundizarse, las interrelaciones con los sistemas poéticos de aquellos lugares arrojarían conexiones en la forma de operar sus dinámicas, en las producciones culturales y editoriales, así como contrastes brutales con los países escogidos.

[4] Editorial X, de Guatemala y Ediciones Espiral, de Costa Rica, resultan proyectos que en sus colecciones han utilizado esta etiqueta para marcar un camino simbólico, estético e incluso generacional.