LA CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD FEMENINA A PARTIR DEL CONTEXTO ESPACIO- TEMPORAL DEL CARIBE COSTARRICENSE- COLOMBIANO, EN LA NOVELA RASTRO DE SAL (2018) DE ARABELLA SALAVERRY | AJKÖ KI No 2

LA CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD FEMENINA A PARTIR DEL CONTEXTO ESPACIO- TEMPORAL DEL CARIBE COSTARRICENSE- COLOMBIANO, EN LA NOVELA RASTRO DE SAL (2018) DE ARABELLA SALAVERRY | AJKÖ KI No 2

 

 

LA CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD FEMENINA A PARTIR DEL CONTEXTO ESPACIO- TEMPORAL DEL CARIBE COSTARRICENSE- COLOMBIANO, EN LA NOVELA RASTRO DE SAL (2018) DE ARABELLA SALAVERRY

 

Por: Lic. Verónica Quesada Araya[1]

 

Rastro de sal es una novela que narra las vivencias de cuatro personajes femeninos en distintas épocas y contextos, a partir del último tercio del siglo XIX y hasta el siglo XXI. Estas protagonistas corresponden a mujeres de diferentes generaciones y, por ello, con diversas ideologías también en cuanto a su papel en la sociedad, pero con un aspecto primordial en común: la búsqueda de su liberación femenina. Estos personajes se caracterizan por ser, desde la primera como una mujer conservadora y sumisa, hasta la cuarta generación, correspondiente a una época contemporánea, donde la protagonista goza de mayor libertad y de decisión propia sobre su vida. El paso de una generación a otra se encuentra condicionada por los factores sociales de cada época, donde predomina el accionar masculino.

Ahora bien, al tratarse de una novela con contenido histórico, existe gran evidencia de hechos reales y pertenecientes a la historia del ser costarricense y colombiano, principalmente, como parte de las narraciones descritas. Dentro de los acontecimientos más relevantes de la época que narra la novela, se encuentran la inmigración de trabajadores jamaiquinos para la construcción del ferrocarril del Atlántico, quienes arribaron en Puerto Limón alrededor del año 1872, a causa de una fuerte crisis económica que atravesaba Jamaica en esta época, por lo que sus habitantes se vieron obligados a optar por empleos en el exterior (Rosario, 2018, p. 1245).

Además, cerca del año 1887 llegan obreros italianos a la construcción del ferrocarril y un año después se manifiestan en huelga, la más grande manifestación obrera en nuestro país (Rosario, 2018, p. 1246). Esto marca un hito fundamental en Costa Rica, puesto que repercute como punto de partida para un ideal de lucha por los derechos de la población obrera costarricense, a raíz de las condiciones inhumanas que se presentan tanto en la construcción del ferrocarril, como de manera posterior en las zonas bananeras del atlántico, por parte de la United Fruit Company, liderada por el estadounidense Minor Cooper Keith.

Estos acontecimientos y otros, como la llegada del líder jamaicano, Marcus Garvey, en el año 1910, con el fin de defender los derechos de la población afrodescendiente mediante la fundación de la UNIA (La Asociación Universal de Desarrollo Negro y la Liga de Comunidades Africanas) por sus siglas en inglés; son un elemento esencial en la narración de Rastro de sal. No obstante, la autora desarrolla de manera simultánea la creación de identidades femeninas, a través de personajes que disfrutan, y al mismo tiempo, sufren las consecuencias de un Caribe exótico.

A pesar de que en la literatura costarricense contemporánea cada vez es más frecuente la presencia de autoras, así como temas enfocados en el papel de la mujer y su aporte en distintas áreas a nivel social, económico, político, cultural, entre otros; las perspectivas de género continúan siendo un tema importante por debatir, debido a la necesidad de revalorizar el papel que desempeñan las mujeres en la sociedad costarricense, desde la óptica de los estudios literarios nacionales.

Tomando en cuenta que Rastro de sal corresponde a una novela de contenido histórico, es necesario rescatar el papel que desempeña el estudio de la subjetividad en los textos literarios, como fuente de interpretación principal para analizar la obra; es decir, la subjetividad permite a los estudiosos de la literatura encontrar elementos clave y símbolos representativos de un espacio o época y la forma en que se percibe esta, a través de las narraciones y vivencias de los personajes; así como de las personas autora y lectora.

Uno de los principales hallazgos del análisis literario, dentro de la categoría de subjetividad y como parte de la teoría de género, corresponde al referente de poder masculino sobre el femenino, de carácter social, político y económico. En este sentido, las vivencias correspondientes a los personajes de la novela presentan situaciones conflictivas en las cuales existe la sumisión femenina, en la mayoría de los casos pertenecientes a la sociedad y épocas pasadas, como es el caso del personaje de la primera Candelaria Figueroa, quien nace en el año 1857 y, por tanto, en su edad adolescente, los roles de género son muy marcados y su crianza se caracteriza por el patriarcado y el conservadurismo, tal y como se evidencia en el siguiente fragmento:

¡Madre Santísima!, niña, ¿qué sucede?, niña, ¡por dios! ¡Muy desagradable! Está transpirando. Se le ha manchado su blusa. No es de señoritas. Esta iglesia parece un horno, el domingo próximo iremos a la de los dominicanos, es más fresca; y Candelaria se estremece al recordar. En la Plaza de la Inquisición, cerca del Convento de los Dominicos, se encendió la hoguera para quemar a cinco herejes ¿Sería ese su destino? (p. 16).

El texto anterior presenta una escena cotidiana y muy recurrente en la sociedad de la época en que se desenvuelve, con gran evidencia de una cultura patriarcal. Con base en la biografía y autobiografía de la escritora y autora de la obra en estudio, Arabella Salaverry, así como la época en la cual es escrita y publicada esta novela, es posible interpretar una inclinación hacia la necesidad de rescatar la cultura afrocaribeña como parte de su ser y de sus raíces, y como un anhelo por recordar, a través de su literatura, el espacio que recuerda como parte de su infancia y aporte de su crecimiento personal y profesional.

Otro elemento que contribuye al análisis de la subjetividad de Salaverry corresponde al uso de epígrafes al inicio del texto y de cada uno de los capítulos asignados a las protagonistas. En primera instancia y como parte introductoria de la narración, se encuentra la siguiente frase del argentino Jorge Luis Borges:

“Somos todo el pasado, somos nuestra sangre, somos la gente que hemos visto morir…, y somos gratamente los otros”.

Con base en el texto anterior, es posible reconocer una sensación de empatía por las demás personas que nos rodean y un instinto de familiaridad no solo con sujetos cercanos con quienes se ha convivido, sino con espacios donde ocurrieron hechos que han dejado huella en la escritora.

Veamos, también, las palabras de Gabriel García Márquez tomadas por la autora de Rastro de sal para incorporarlas como introducción de su gran novela:

“La vida no es lo que uno vivió sino lo que uno recuerda y cómo lo recuerda para contarlo”

A partir de este epígrafe, se interpreta la necesidad de narrar lo que la escritora conoce en gran medida y a causa de sus experiencias personales y familiares, esto en concordancia con sus datos biográficos y autobiográficos que se encuentran en el mismo texto y que ofrecen una gama de posibilidades a la persona lectora, para descifrar cuan significativo y relevante es esta novela para su trayectoria.

Por otro lado, existe una importante presencia de erotismo en la novela, por parte de los personajes femeninos. La autora expresa en diversas entrevistas que esta es una forma de empoderamiento femenino, que las mujeres tienen derecho de gozar del placer de su cuerpo, lo cual plasma también en la obra, en los personajes de Candelaria, Cándida, Clemencia y la otra Candelaria, de manera independiente de la época y contexto en que se desenvuelven los personajes; esto demuestra la creación de estereotipos de género donde se generan prohibiciones a la mujer, mediante el recurso de los prejuicios y la alusión a la importancia de la imagen social, mas no a la ignorancia acerca del disfrute de su cuerpo por parte de los personajes femeninos:

Tal vez estoy repleta de pecados pecados desconocidos que me harán arder en el infierno acompañada de los ángeles obscuros debo ser buena rezar rezar jaculatorias para siempre sea alabado… torre davídica la única pura la única sin mancha y yo lejos tan lejos a mí me gusta el retumbo lejano del tambor cimarrón moverme despacito acariciarme las piernas y tal vez un poquito más arriba porque seguro estoy endemoniada y el demonio me llena de fuegos me adelanta los fuegos de su infierno se me desparraman por dentro y mejor no pienso mejor no siento mejor recemos sí mater dei qui est in coeli benedicta tu in mulieribus (p. 21).

Desde esta perspectiva, es necesario aludir al tema de género. De acuerdo con Lagarde (1996), en el feminismo se han desarrollado opciones críticas de oposición al patriarcado, y se han construido alternativas sociales cohesionadoras para la convivencia de mujeres y hombres. Tal vez, señala Lagarde, la sustancia más radical del feminismo es su vocación afirmativa, incluyente de todos los sujetos y de todas las personas, a partir de actos democráticos, preservadora de los recursos del mundo. El feminismo sintetiza los esfuerzos por construir ahora un mundo que sea la casa acogedora y propia de mujeres y hombres quienes, de manera paritaria, pueden reunirse, dialogar, pactar, intercambiar y compartir para coexistir (p. 28).

La cultura feminista es la máxima creación consciente, voluntaria y colectiva de las mujeres, tanto en filosofía, y es el esfuerzo práctico que más ha marcado la vida de mujeres que ni se conocen entre sí, que han obtenido mejores condiciones sociales para vivir y ha moldeado su propia condición humana. Y no hay duda de que el mundo actual es más vivible para cantidad de mujeres y hombres por las transformaciones de bienestar impulsadas desde el feminismo (Lagarde (1996, p. 30).

Por ello, cabe pensar que, en la época contemporánea correspondiente a la publicación de la novela, empezó a surgir una mayor preocupación por estas circunstancias, Arabella Salaverry utiliza la literatura como aporte a este movimiento feminista para dar voz a las mujeres y realizar una crítica al respecto; en cuanto a la invisibilización de la mujer en la sociedad y el cambio que se está dando con el cambio también de épocas, que es muy positivo.

La novela Rastro de sal repercute de manera significativa en el lector y genera una gran empatía porque las historias se muestran como verdaderas, al hacer referencia a situaciones políticas, sociales y económicas que forman parte de la historia de nuestro país. Asimismo, contemplando el concepto de subjetividad, las vivencias narradas a partir de los personajes femeninos sugieren una sensibilidad relacionada con circunstancias de la cotidianidad en seres humanos vulnerables y en condiciones de necesidad.

Las historias narradas en Rastro de sal representan un fragmento de la historia costarricense que no todos los pobladores o extranjeros conocen, pues se ha rescatado una gran parte de los procesos migratorios en nuestro país; sin embargo, los textos históricos, tal como afirma la autora en diversas entrevistas, existen momentos que deben contarse y, precisamente esa realidad amerita un importante sentido de compasión por quien lee.

Por último, hay una gran presencia de identificación como sujeto femenino, a raíz de los procesos de transformación que sufren los personajes en la novela, principalmente en cuanto a la lucha por su espacio y por sus derechos como mujer que exigen los personajes y por los cuales tienen que luchar o morir sin haber alcanzado la plenitud emocional como sujeto en la sociedad, pero nunca aceptar una condición de inferioridad ante el sujeto masculino y ante la cultura patriarcal de las distintas épocas consecutivas.

En última instancia, se aborda la subjetividad a partir de los personajes de la obra. En este caso, es necesario hacer énfasis en las cuatro identidades que dan protagonismo a la narración y tomando en cuenta tanto el discurso que emiten en las vivencias de sus relatos, como su posición frente a los personajes que las rodean.

En primer lugar, se encuentra el personaje de la primera Candelaria, la joven atrapada en 1857, considerada como una mujer sumisa, pero con deseos de libertad, una libertad que añoró desde su niñez y llevó a sus últimos días, hasta caer en la demencia:

Pedro Pablo tan libre como ella desea serlo. En su piel de sol se retrata la libertad. Él se mueve en los mares, en muelles de olores tajantes, picantes, insistentes, para abofetear los sentidos (…) Pedro Pablo alucinándola con palabras de espacios abiertos, de cielos sin coto. Dándole el mar, dándole un futuro distinto en esas palabras (p. 24).

En el fragmento anterior, se muestra un extracto de la dependencia masculina por parte de los personajes femeninos, donde existe la posibilidad en “el otro”, masculino, para salir de su espacio prisionero, sin saber que en ese “otro” tampoco alcanzará la libertad que espera. A pesar de esto, Candelaria se caracteriza como una mujer conservadora y amante de los buenos modales y la perfección de la imagen ante la sociedad.

Por su parte, el personaje de Cándida, quien es la hija de la primera Candelaria, remite a una perspectiva femenina un poco distinta a la de su madre. Esta se describe en la obra como una mujer rebelde, a quien no le importan los prejuicios sociales sobre ella:

Esa muchacha tan poco delicada, ocupada en labores que no corresponden siempre retando al mundo. Tumban sus modales ajenos a los miramientos femeninos, su paso firme, su ausencia de coquetería. Pero cuando se habla de construir algunos colonos solicitan su opinión, inusitado en ese mundo de hombres. Una mujer joven, libre y decidida. Inteligente y comunicativa (p. 101).

Del mismo modo, se presenta el personaje de Clemencia, una mujer de cierta forma independiente, ya que, en la época en que aparece en la obra literaria, alrededor de 1925, conduce su propio carro, vive sola; pero se enamora y su estado emocional decae tras quedar en soledad a causa de un hombre por segunda vez. Un ejemplo de subjetividad presente en el personaje de Clemencia se observa en el siguiente fragmento:

Casi sin percatarme me desdibujo. Olvido mis gustos y preferencias. El espejo me responde con una sonrisa ajena. Ni mi aspecto ni mis deseos son los míos. Soy el retrato que Rodrigo ha dibujado de mí misma no me encuentro en mi mirada en el reflejo de la suya se asoma un remedo de lo que fui y no es lo que quiero ser quiero huir estar fuera de esto que no soy recuperarme desde mi propia mirada (p. 151).

En el fragmento anterior, es evidente la dependencia emocional que recae en un personaje anteriormente descrito como un ser libre e independiente, tras el abandono por parte de compañero sentimental y además masculino. En este sentido, continúa la búsqueda por parte del personaje hacia una identidad donde pueda definirse como un ser pleno como mujer y no por compartir su vida con quien llene sus vacíos.

Finalmente, se presencia el personaje de La otra Candelaria, ciertas generaciones posteriores, pues nace y crece en el siglo XXI y en una visión de mundo muy distinta a las vivencias de sus antecesoras, ya que es perteneciente a la época contemporánea. Candelaria estudia Filología y trabaja como correctora de estilo. Vive en una monotonía y no se siente plena con su estilo de vida. Busca algo más sin saber lo que es; prevalece, al igual que sus antepasadas, la búsqueda de su identidad propia, tal y como se lee a continuación y en palabras de la protagonista:

Abandono tras abandono. Exiliada de dos amores. Y en definitiva, ¿qué es el amor después de esa ansia insumisa, esa necesidad del otro tan frágil como para ser borrada por el tiempo? ¿Será realmente eso el amor? ¿Buscar en el otro lo que no se tiene y nunca, nunca saciarse? (p. 184).

Por otra parte, se presenta un quinto personaje femenino: una mujer libre, también llamada Candelaria, a quien le gusta bailar y vivir la vida a su manera, una mujer totalmente independiente, quien resulta de inspiración para otras mujeres como Candelaria, pero en un espacio muy distinto cultural y geográficamente, tal y como se describe en el siguiente ejemplo:

Una plazoleta frente a la iglesia y un grupo compacto de fieles formando un semicírculo. Trabajosamente se abre espacio. En el centro una pareja como sobre la espuma, como sobre el aire, siguiendo una cumbia. Ese son único que acompaña para bien o para mal, para alegrías y pesares a los descendientes de los esclavos en la fisonomía del Caribe, que han sobrevivido y han encontrado la fuerza para continuar y llegar hasta la cumbre de la hermosura que esa noche tiene al frente: una muchacha con piel de oro, pelo ensortijado, alta y delgada, que se mece a la métrica de los tambores (p. 204).

Por otra parte, dentro de los elementos de análisis de Rastro de sal se encuentra la categoría referente a las geografías literarias. En palabras de Moretti (1999):

Un atlas de la novela. Detrás de este título hay una idea muy simple: que la geografía es un aspecto decisivo del desarrollo y de la invención literaria: una fuerza activa, concreta, que deja sus huellas en los textos, en las tramas, en los sistemas de expectativas (…) Pero geografía de la literatura puede significar dos cosas muy diferentes entre sí. Puede indicar el estudio del espacio en la literatura, o bien el de la literatura en el espacio. En el primer caso el objeto es en gran parte imaginario: el París de la Comedia Humana, el África de la novela colonial, la Inglaterra de Jane Austen. En el segundo es un espacio histórico real: las bibliotecas de la provincia victoriana, o la difusión de Don Quijote o de Buddenbrooks en Europa. Desde luego, puede suceder que los dos espacios se encuentren (y siempre es algo interesante), pero son distintos por su naturaleza (p. 5).

Rastro de sal, como novela de contenido histórico, muestra una gran evidencia de lugares reales como referentes extraliterarios, principalmente el caribe costarricense y colombiano, donde se alude, por medio de los relatos y vivencias de los personajes, a espacios como Puerto Limón, Aldehuela de Moín, el Parque Vargas y el Gran Hotel en la provincia de Limón; y las provincias de San José y Cartago. Estos espacios son influyentes en el estado de ánimo de los personajes, mediante la alusión a los recuerdos que proyectan y al anhelo por alcanzar la anhelada libertad espiritual.

De esta misma forma, se presentan espacios geográficos del caribe colombiano, como Cartagena de Indias, la calle de La Amargura y el barrio de Getsemaní.

Y después de traspasar el puente levadizo sobre el caño de San Anastasio, salimos de la ciudad amurallada y vamos al barrio de Getsemaní. ¿Dónde? ¿No me has oído?, lo dije muy claro, al barrio de Getsemaní donde sí hay vida, al barrio vedado. Niña, ese es el refugio de la perdición, oye a la nana ¿No has visto a esos negros cómo bailan? (p. 18).

Como ejemplifica la cita textual anterior, se utiliza el recurso geográfico para aludir a los cambios conductuales de los personajes, así como el abismo cultural y de clases sociales, donde lo que está prohibido para unos, corresponde a la forma de vida de otros. Irónicamente, el espacio limitado para la primera Candelaria, niña, joven y mujer inmersa en una sociedad patriarcal resulta el espacio de libertad anhelado por todos los personajes femeninos y descubierto por la última Candelaria tras viajar de su país Costa Rica hacia Colombia, de donde proviene su linaje y específicamente al barrio de Getsemaní: ahí encuentra su libertad y plenitud.

A partir de los elementos analizados en la novela Rastro de sal, la construcción de las identidades femeninas se encuentra condicionada en gran medida por los factores contextuales de tiempo y espacio en que ocurren los acontecimientos. Si bien es cierto, las cuatro generaciones de personajes, a partir de la primera Candelaria presentan ataduras emocionales a su pasado y a la cultura en que están inmersas, todas tienen un deseo en común y es el de adquirir su libertad y obtener sus propios méritos sin ser opacadas por los personajes masculinos que las acompañan.

Además, las categorías de la subjetividad y las geografías literarias realizan un gran aporte al análisis de esta novela, porque permiten al lector interactuar con los personajes y, a través de ellos, conocer e interpretar realidades distintas en función del contexto en que ocurren los hechos, donde se observa la simultaneidad entre conflictos personales que agobian a los sujetos literarios según el contexto en que se desenvuelven y las condiciones que describen a toda una época y población como denuncia al segmento de la historia no reconocida de nuestro país.

 

BIBLIOGRAFÍA

Lagarde, M. (1996). Identidad de género y derechos humanos. La construcción de las humanas. Guzmán Stein, L. & Pacheco. S. (Comps.). Estudios básicos de derechos humanos IV. San José: Instituto Interamericano de Derechos Humanos.

Moretti, F. (1999). Atlas de la Novela Europea, 1800-1900. México: Siglo XXI Editores.

Rosario Fernández, R. C. (2018). Las identidades de la población de origen jamaiquino en el Caribe costarricense, 1872-1950. Revista electrónica de Historia, 1242-1268.

Salaverry, A. (2018). Rastro de sal. San José: Uruk Editores

 


 

[1]       Nació en Quesada, San Carlos, el 14 de agosto de 1996. Cursó la Educación Primaria en la Escuela Carlos María Vásquez Rojas y la Educación Secundaria en el Liceo Chachagua. Trasladó su residencia a San Ramón de Alajuela durante los años 2014-2017, donde cursó la carrera Enseñanza del Castellano y la Literatura en la Sede de Occidente de la Universidad de Costa Rica. Obtuvo su licenciatura en la Enseñanza del Español Labrador y la Maestría en Administración Educativa en la Universidad Internacional San Isidro Labrador. Desde el año 2018, labora para el Ministerio de Educación Pública como docente de Español en el CINDEA San Isidro, en Peñas Blancas de San Ramón. Actualmente, se encuentra cursando la Maestría en la Enseñanza del Castellano y la Literatura en la Universidad de Costa Rica, Sede de Occidente.